- Bautista
- Posts
- Alcanzar Tus Objetivos No Te Va a Hacer Feliz, Moverte Hacia Ellos Sí
Alcanzar Tus Objetivos No Te Va a Hacer Feliz, Moverte Hacia Ellos Sí
Hace no mucho, me di cuenta de que había algo que estaba moldeando mi vida sin que lo notara.
Vivía bajo una idea errónea:
“Cuando tenga… cuando alcance… cuando logre [eso que tanto quería]… ahí sí, voy a ser feliz. Voy a poder hacer…”
Y mientras tanto, pensaba que tenía que enfocarme en simplemente ir alcanzando lo que me proponía. El proceso no tenía mucha importancia.
Lo importante era hacer, tachar tareas de la lista, alcanzar el objetivo..
Y listo…
En algún momento, cuando llegara a ese punto o alcance lo que tenía entre mis ojos…
Iba a ser feliz.
No es que lo pensaba articuladamente, sino que vivía bajo esa idea. Una idea que dominaba mi perspectiva y mi toma de decisiones.
Vivía motivado por la expectativa de un futuro mejor (que no llegaba nunca).
(Porque yo no lo permitía)
El premio siempre estaba detrás de algo.
No recuerdo algún momento que haya habido un click, pero lentamente me fui dando cuenta de que en realidad no era así.
Pero ese cambio de perspectiva me costó.
Tenía esta idea de que la felicidad estaba esperándome detrás de eso que todavía no había conseguido.
Entonces, siempre vivía esperando.
Esta es una situación en la que te habrás encontrado o, inclusive puede que te encuentres ahora mismo.
El problema es que tenemos una noción muy equivocada:
Solemos creer que tenemos que perseguir la felicidad, cuando en realidad, la felicidad proviene de la persecución.
Así que hoy quiero profundizar en lo que me ayudó a…
Dejar de posponer mi felicidad y satisfacción
Empezar a disfrutar del esfuerzo y el enfrentamiento en esa persecución
Reconocer mis sacrificios y el valor de lo que fui alcanzando en el camino
Para que, si a veces te encontrás en la misma situación, puedas tomar algo de mi ejemplo.
Igualmente, entendé no se trata de un truco que te va a cambiar de un día para el otro, sino de un cambio de perspectiva que requiere tiempo y compromiso.
Las señales de la decepción constante
Vivir esperando es relegar tu satisfacción a algo que se encuentra constantemente en el futuro, y se manifiesta de maneras muy puntuales.
En principio, me encontraba con tres situaciones que se repetían:
1) Me acostumbraba
Lo que en su momento me entusiasmaba, perdía valor una vez alcanzado. Si algo ya quedaba ‘detrás mío’, no le daba su merecido reconocimiento.
Puede que alcanzarlo me haya costado muchísimo, pero cuando ya no representaba un desafío, inconscientemente lo categorizaba como fácil.
2) El placer era efímero
La sensación de alcanzar lo que quería duraba muy poco. Y era distinto a la sensaciónn que buscaba. Era más como un alivio, no un sentimiento de plenitud.
Entonces, no sólo que no era duradero, sino que también era un poco desalentador encontrarse con esa sensación.
3) La vara se elevaba
En consecuencia, me encontraba de vuelta en la misma situación:
Teniendo la idea que me faltaba algo para alcanzar esa felicidad.
Ahora la vara se elevaba, y entonces, necesitaba más y mejor.
Era un enfrentamiento constante contra la decepción del éxito (en este caso, alcanzar los objetivos que me planteaba).
Yo evidentemente pensaba que…
Cada vez que una búsqueda llegaba a su fin, iba a.. no sé.. ir acumulando felicidad.
Pero en realidad lo que me encontraba era un sentimiento de confusión y la pregunta de “Ahora qué?”.
Era desalentador chocarse una y otra vez con la misma situación. Pero encontré algo que me ayudó a entenderlo en un libro que había leído hace unos años y que hace poco releí (y recomiendo).
En el libro “The Happiness Hypothesis” (Jonathan Haidt), hay un capítulo enfocado a nuestra noción sobre la búsqueda de la felicidad y se profundiza sobre el trabajo de Richard Davidson (neurocientífico).
Esa sensación se explica por los circuitos de aproximación de nuestro cerebro.
Davidson estudió estos circuitos y el estilo afectivo que hay entre el placer y nuestros objetivos y denominó dos tipos de afectos positivos:
Placer anticipatorio (el placer de progresar hacia una meta).
Placer consumatorio (se experimenta al lograr algo que buscabas alcanzar).
El primero es ese entusiasmo y esa motivación que te impulsa a trabajar en algo significativo.
El segundo, es más cómo el suspiro de alivio cuando finalmente terminás con una tarea importante. Se experimenta como una sensación de serenidad.
Es una emoción breve que surge cuando la actividad de la corteza prefrontal izquierda disminuye después de alcanzar un objetivo.
Se parece más a un sentimiento de alivio, un cierre, una liberación.
Jonathan Haidt pone un ejemplo muy claro:
"El éxito final rara vez es más emocionante que el alivio de sacarte una mochila pesada después de subir una montaña. Si hiciste la caminata solo para sentir ese placer, sos un tonto. Sin embargo, a veces la gente simplemente hace esto.”
Si perseguís objetivos pensando que la felicidad está exclusivamente en alcanzarlos, te estás preparando para una decepción.
El disfrute más significativo está en el placer de avanzar en la dirección correcta.
Un cambio de perspectiva
"Si no podés ser feliz con un café, tampoco vas a ser feliz con un yate.”
Para cuando estés leyendo esto, 175 días habrán pasado desde el primer newsletter que mandé.
Diría que ahí fue cuando empecé con esto, pero también hubo trabajo de meses, antes de mandar ese primer newsletter. Mucha preparación.
Y todavía queda mucho trabajo. Porque no es ningún secreto el hecho de que está en mis planes poder monetizar este proyecto.
El asunto es que, desde que arranqué, en todo lo que hacía, me encontraba atrapado bajo esa noción de que el verdadero disfrute estaba esperándome cuando por fin consiga tener todo en marcha y generándome ingresos.
Tenía esa motivación intrínseca de hacer todo lo que venía haciendo pero sentía que todavía me faltaba algo. Hasta que empecé a darme cuenta de que en realidad no era tan así.
Primero era esperar a que se ponga en marcha, y ahí sí. Pero cuando ya se puso en marcha, la zona donde se encontraba el disfrute se corría nuevamente:
Ahora esperaba que me genere ingresos porque pensaba que eso me iba a permitir vivir la vida que quería. Creía que hasta que no esté monetizándolo, no iba a poder disfrutarlo del todo.
Pero así, todo lo que hiciera nunca iba a ser suficiente porque iba a estar esperando eso que me faltaba. Otra vez.
Cuando sé que no lo hago solo por eso.
Justamente, decidí volcarme en esto porque es lo que hoy haría si la plata no fuese un tema.
Me motiva enfrentarme todas las semanas a ver cómo puedo mejorar lo que hago y comunicar más claro las ideas que creo que pueden ayudar a otros.
Entonces me di cuenta de que ya lo estaba haciendo.
Hoy tengo la libertad para organizar mis tiempos y encargarme de mis responsabilidades mientras aprendo trabajando en la construcción de algo que me entusiasma y que creo que tiene muchísimo valor.
Es una lucha que me cautiva. Y al final, no sé si hay mucho más que eso.
Me entretengo, aprendo, construyo y contribuyo.
Y si mañana logro monetizarlo, es para poder hacer esto más tranquilo y con mejores recursos, ofreciendo el mayor valor posible.
(Claro que, como toda persona, me motiva el hecho de viajar, comer rico, y comprarme alguna que otra cosa, pero no dejaría de hacer esto.)
Entonces, en definitiva, ya estoy en donde quiero estar. Obviamente que siempre voy a encontrar algo que lo pueda hacer mejor. Pero eso no tiene por qué quitarle valor a lo que vengo haciendo.
Porque lo que entendí es que el verdadero disfrute está en el hacer.
En la lucha. En ese enfrentamiento constante por avanzar hacia tus objetivos.
Cómo encontrar el disfrute en la lucha constante
Para poder reconocer del valor del proceso, necesitás algo que te auxilie en la ampliación de tu perspectiva.
En mi caso, hubo un hábito diferencial que me cambió la vida:
La reflexión escrita.
Escribir constantemente hace que mantengas un seguimiento de tus procesos, en donde podés reflejar aprendizajes y observaciones.
Te permite reconocer tus esfuerzos a la hora de enfrentar dificultades.
Y al haber un registro, te da una perspectiva mas amplia sobre ciertos puntos del proceso o distintas etapas de tu vida.
Te da el espacio para practicar la gratitud, que es la base fundamental del disfrute y la plenitud.
Y te permite traer a la superficie cosas que quizas pasaban desapercibidas y que juegan un rol esencial que te habilitan a llevar a cabo lo que hoy disfrutás.
Es un hábito demasiado poderoso porque es la base del desarrollo de tu pensamiento crítico, tu entendimiento sobre vos mismo, y tus narrativas.
Sienta las bases para poder fortalecer cualquier camino que atravieses.
Pero…
No es suficiente si lo que estás buscando es disfrutar más del proceso.
¿Cuántas veces planificaste algo, un proyecto, un viaje, una salida entre amigos?
¿No sentiste ese entusiasmo, esas ganas de ‘llevar a cabo’?
Es como una determinación que te impulsa a hacer y que a la vez te genera placer.
Se te cruzan miles de ideas y posibilidades de todo lo que querés hacer y lo que te gustaría alcanzar…
Pero cuando las cosas ya pasan al plano de la implementación y se empiezan a complicar, tiene que haber algo que te lleve más allá de ese trayecto inicial.
Porque cuando te toque enfrentar un obstáculo, lo único que te va a llevar más allá es un propósito que te impulse a ver el valor de tu esfuerzo.
Por eso es tan importante conectar con lo que hacemos. Si no hay una conexión profunda, un sentido que te llene de determinación…
Nunca vas a poder disfrutar de esa lucha, de ese sacrificio.
“Lo que te sostiene en la adversidad es un propósito.”
El punto clave está en quitarle peso al resultado.
Esto no quiere decir que el logro no valga nada, sino que si solamente lo hacemos por el logro, todo el proceso se vuelve una obligación.
De esa manera, es imposible disfrutar de la persecución. Y, si no alcanzás tu objetivo, te va a inundar un sentimiento de decepción absoluto.
Cuando conectás profundamente con lo que hacés, lo hacés justamente por esa conexión. No porque simplemente querés alcanzar un logro.
Todo lo que hagas tiene que estar guiado por interés, no por obligación.
Entonces, ahora, nos encontramos con otro problema: encontrar esa conexión con lo que hacés.
Dónde encontrar una conexión que te atraviese
La cuestión está en encontrar búsquedas que tengan un valor intrínseco. Es decir, que la persecución de por sí, sea significativa, entusiasmante y motivadora.
Ya vimos que es imposible disfrutar del proceso cuando el enfoque está puesto simplemente en el resultado final.
Un proceso intrínsecamente valioso te ofrece beneficios más allá del desenlace final.
Pero mucha gente no sabe qué es lo que quiere, qué le interesa, ni por qué estaría dispuesto a sacrificarse día tras día.
Sin embargo, hay dos fuentes principales que ofrecen procesos valiosos por sí solos:
El aprendizaje y la creación.
Y las energías que fluyen por esas fuentes son:
Tu curiosidad
Y tu creatividad
Tu curiosidad te va a guiar a todo lo que te llame la atención. Hoy en día, desestimamos muchos intereses por no ver su “practicidad“ o su complementación a una carrera laboral.
Pero ese es un error enorme.
Tu curiosidad guarda la energía del aprendizaje, que es una fuente inagotable de entusiasmo y sentido. Cuando empezás a enfocarte en aprender, simplemente siguiendo tu curiosidad…
Empezás a ver el mundo de una manera mucho más auténtica. Disfrutás del proceso de ir convirtiendo lo desconocido en familiar. No buscás aprender para simplemente saber.
Hay una conexión que te impulsa a querer entender lo que te rodea.
Por otro lado, tu creatividad hace lo mismo. Maneja tu energía de creación.
Son las ideas que te surgen, cómo las relacionás con otras, y cómo las llevas a la implementación.
Ser creativo no es simplemente hacer cosas disruptivas y revolucionarias. Es llevar tu autenticidad a la práctica.
En ese proceso también vas a encontrar un propósito significativo porque todo lo que hacés está profundamente conectado a vos.
Es construir. Darle forma a lo intangible. Articular lo etéreo.
Cuando alcanzás tus propias conclusiones, las articulás y las relacionás, y lo llevás a la práctica, empezás a integrar algo tuyo en la realidad.
Ese proceso, requiere de tiempo, esfuerzo, y responsabilidad.
Y es cómo una lucha. En esa lucha constante vas a encontrar un entusiasmo inagotable.
Como cualquier juego, lo jugás porque te divierte avanzar…
No porque querés terminarlo. Porque cuando terminás, ya no queda desafío que atravesar.
Gracias por leer.
Buena semana, que te diviertas.
Bautista.