• Bautista
  • Posts
  • Cómo Dejé de Sentirme Perdido

Cómo Dejé de Sentirme Perdido

Los 3 pasos que me ayudaron a combatir la incomodidad constante del caos interno

Este va a ser el último mail que mande por esta plataforma. El resto va a ser enviado desde Substack. Te recomiendo que lo leas acá.

Todo lo que comparto surge desde mi propia experiencia. Parte desde un lugar muy personal.

Es decir, aquello de lo que hablo son cosas que ya enfrenté (y/o que vuelvo a enfrentar recurrentemente).

No es que estudio una teoría, leo un libro o escucho algo interesante en redes sociales y de ahí trato de adaptarlo de alguna manera para que encaje con un problema que creo que tiene aquel que me lee.

No hablo sobre lo que ‘creo’ que le pasa a la gente, hablo sobre lo que sé que me pasaba, y me pasa, a mí.

Obviamente lo comunico en un empaquetado que dice “vos te sentís así”. Pero es simplemente una manera de llamar tu atención; de disparar un interés inicial.

Cuando hablo de vos; cuando me refiero a “vos”, me estoy refiriendo a mí. A mi yo del pasado o a esa parte de mí que vuelve a caer en las mismas trampas de siempre.

Si te digo que usás el celular porque no sabés qué hacer en tu tiempo libre, no es porque creo que sea así. Sé que es lo que me pasó a mí.

Simplemente apuesto a que no soy el dueño absoluto de todos los problemas. Los comparto con el resto de las personas. Todos (o casi todos) pasamos por lo mismo:

Tenemos miedos, inseguridades, desafíos, obstáculos, sueños, y deseos similares, por lo menos en su estructura. Entonces, lo que hago es entender profundamente qué es lo que me pasa, cuál es la causa y qué puedo hacer al respecto.

Y hace un tiempo, me dí cuenta de que lo hago de una manera sistematizada. Y ese mismo sistema es lo que me ayudo a dejar de sentirme perdido.

Entonces, quiero compartir ese sistema, cómo entiendo que emerge el interés y cómo su aparición nos brinda una dirección.

Para que, si enfrentás ese mismo problema, puedas tener un mapa para salir de esa nebulosa.

El sistema se basa en 3 puntos principales:

  1. Mirar hacia adentro para encontrar un problema

  2. Identificar correctamente el problema

  3. Trabajar en resolver el problema o capacitarte para poder hacerlo

(Si querés la versión corta, y ahorrarte de leer el blog entero, todo se resume a esos 3 pasos. Porque indirectamente vas a tener una dirección en la que avanzar)

No voy a dar una explicación paso a paso, sino que es más bien una representación, con un ejemplo puntual, sobre cómo se da ese proceso.

Y sí, esto está fuertemente ligado a lo que vimos en el blog de la semana pasada. No diría que es una tercera parte de las últimas 2 ediciones, sino que es más un complemento.

Si no lo hiciste, podés leer la edición anterior para sacarle más jugo a todo esto (ahí vas a encontrar también la parte 1).

Empecemos.

Mirar hacia adentro: el paso hacia el abismo

Siempre vuelvo a lo mismo: la reflexión. Principalmente, la reflexión escrita.

Porque es un lugar en donde podés procesar conscientemente toda la mezcla de emociones, memorias, pensamientos, ideas, etc, que te conforman.

Podés tomar todo eso y organizarlo y estructurarlo para navegar en sus profundidades.

Entrar ahí exige descender por un camino que te presenta muchas cosas que probablemente no quieras ver. Sin embargo, si te animás a hacerlo, y lo hacés suficientes veces puede que encuentres cosas reveladoras.

Pero más allá de la reflexión escrita, mirar hacia adentro significa: revisar tu vida y tomar responsabilidad por vos mismo.

La reflexión escrita es una manera de llevarlo a la práctica y de sostenerlo de una manera concreta. Porque no es tarea fácil frenarse a ver qué estás haciendo de tu vida. Eso te puede exponer a frustraciones, miedos, autocríticas, etc.

Entonces, muchos tratan de evitarlo y no le dan lugar. No se dejan un espacio para estar a solas con sus propios pensamientos.

Pero el problema es que, aquello a lo que no le das lugar, se esconde en las profundidades de tu psique y toma posesión sobre vos. Sin darte cuenta.

Es como un círculo dentro de tu campo visual. Si ese círculo es pequeño, lo podés ver fácilmente. Si ese círculo crece, notás que ocupa gran parte de lo que ves. Ahora, si ese círculo se expande mucho más, dejás de verlo. Solo podés ver a través del círculo.

Entonces, condiciona todo lo que ves.

Si tu campo visual es el lente por el cuál observás tu realidad, el círculo empieza como una mancha. Supongamos que es de color azul. Si esa mancha crece, la mayoría de lo que veas va a ser azul. Si crece aún más, TODO lo que ves es azul.

Supongamos que te encontrás con un problema con el que estás lidiando: te sentís desmotivado.

Esa desmotivación puede que sea la causa de tu sufrimiento actual. Quizás es eso lo que sentís: sufrimiento, dolor. No como algo físico sino como una sensación muy presente de incomodidad constante.

El punto es que, sin darte cuenta, esa desmotivación te domina.

Te lleva a involucrarte en hábitos que intentan tapar ese sufrimiento. Entonces, si no lo analizás, lo único que percibís es la superficie:

Ves que usás el celular todo el día, no podés concentrarte, no podés ser consistente, te frustrás por no ser “disciplinado”, y esos hábitos, sumado a los pensamientos que cruzan tu mente, forman una creencia que sigue reforzando un ciclo que te atrapa.

Esto no quiere decir que estás agonizando, pero sí que hay una incomodidad; una molestia. Ese es el problema que no ves. O que no llegás a identificar. O que no querés ver.

Porque a la vez, todo ese ciclo te mantiene encadenado a actuar de manera automática. Entonces, no frenás a reflexionar un segundo.

Y al mismo tiempo, no involucrarte en la reflexión de manera regular, te quita la oportunidad, justamente, de expandir tu capacidad y profundidad de reflexión. Porque es como todo, son acumulaciones pequeñas que quizás no tienen gran impacto individualmente, pero que sostenidas por un período extendido, pueden traer resultados exponenciales.

Estadísticamente, es menos lo que podés revelar en la reflexión #1 que en la #456.

Reflexionar constantemente te va a ayudar a plantear cual creés que es el problema. Puede que esa formulación no sea del todo acertada, puede que no sea del todo clara, pero es mejor que nada. Y volvemos a lo mismo, si sumás iteraciones, aumentás las chances de mejorar en esa formulación.

Mientras más practiques, mejor te vas a volver identificando problemas.

Y eso es algo muy útil. La mayor parte de la resolución de un problema está en identificarlo correctamente.

Si lo lográs, vas a ganar una claridad inigualable que te va a ayudar a empezar a buscar respuestas, plantear hipótesis, y hacer preguntas.

Pero volvemos a lo mismo:

Para poder identificarlo correctamente, tenés que ser consciente de que algo está pasando y qué es. Si vas en piloto automático y no te frenás un segundo a revisar tu vida, puede que ese problema, pase desapercibido y dejes de verlo.

Identificar el problema correctamente

Pero supongamos que lográs descubrir que estás desmotivado. Eso es una revelación. Destapaste algo que pasaba desapercibido.

Ahora que lo reconocés, entendés muchísimas cosas. Y no sólo cosas sobre el pasado, sino que también explica cosas que seguís haciendo. Ese trabajo de definir qué es lo que se estaba apoderando de vos es como limpiar el lente por el cuál interpretás tus experiencias.

Aunque más bien es algo así como reducir el tamaño del círculo. Ahora lo ves. Lo tenés mucho más presente. Entonces empieza a ocupar mayor espacio mental.

El punto es que teniéndolo más presente podés ver cosas que antes no veías y prestarle atención a cosas que pasaban de largo.

Quizás escuchás una conversación en la calle, ves un video en redes sociales o leés una frase, que puede que no esté directamente relacionado, pero aún así, podés asociarlo con tu problema.

Entonces hay muchísimas cosas que te van a empezar a interesar, porque recordemos, es un problema que queremos resolver. Por ejemplo:

Ahora, un video de YouTube de 2 horas sobre la psicología de la motivación se vuelve completamente relevante. Porque reconocés que ahí pueden haber cosas que te sirvan para entender mejor tu problema, y quizás, incluso resolverlo.

Te ves el video y ahora, si es contenido de calidad, recopilaste bastante información.

Pero también la capacidad que tengas para capturar ideas relevantes depende de las herramientas y el conocimiento que tengas. Puede que muchas cosas sigan pasando desapercibidas, por ejemplo, por no saber sobre cómo funciona tu sistema dopaminérgico (que explica el lado más neurológico de la motivación). Lo mismo si hay un concepto demasiado complejo que no llegás a comprender.

El punto es que si repetís eso una y otra vez, vas a adentrarte en el siguiente paso:

Capacitarte para resolver el problema (y entenderlo mejor)

Hubo algo que te interesó (el video sobre la psicología de la motivación), que se volvió relevante recién después de destapar un problema que tenías (la desmotivación). Haber destapado eso hizo que empieces a percibir este tipo de cosas y que las conectes a algo personal.

Eso te generó interés, primero porque viste que había una relación directa a tu propia experiencia, y segundo, porque esa experiencia hizo que entiendas mejor muchas de las cosas que se hablaban en ese video.

Acá es cuando se vuelve crucial tu compromiso con tu curiosidad: ir más allá del interés inicial.

Estabas exponiéndote a algo nuevo y lo estabas entendiendo. Eso te generó placer, satisfacción y entusiasmo.Estabas aprendiendo.

Pero de una manera realmente útil. Porque ese aprendizaje te permite tener más herramientas para solucionar el problema que tenés. Podés empezar a tomar decisiones mucho más fundamentadas. Y mientras más aprendas, mejor va a ser tu capacidad para afrontar ese problema.

Entonces, seguís interesándote sobre la psicología de la motivación. Seguís a autores y creadores que hablan sobre eso, leés libros al respecto, y semana a semana seguís viendo videos y escuchando podcasts sobre ese tema.

Y a medida que más aprendés, más te das cuenta de lo que no sabés. Y encontrás más autores, más libros y probablemente expandís ese interés inicial.

Ahora no te interesa solo la psicología de la motivación, sino también la dinámica neurológica en que se sostiene tu sistema de motivación. Puede que incluso te inclines por aprender más sobre la filosofía estoica. Quizás te acerca a temas como la religión o la espiritualidad.

Mientras más te involucrás, más hay por explorar, expandir y relacionar.

Y en todo ese proceso, vas desarrollando tus propias ideas, vas viendo qué es lo que te funciona, qué no, y sin darte cuenta, estás motivado por aprender.

Sí, ya no te sentís desmotivado.

No necesitás trucos para sentarte a leer sobre eso. Es una motivación interna la que te mueve. Y no sólo eso, sino que aprender se vuelve el fin. El objetivo ya no es resolver el problema de la desmotivación. Ahora, te enfrentás a nuevos problemas. Porque estás haciendo cosas. Estás haciendo. Y hacer, te expone a obstáculos y desafíos.

Luchás constantemente por descubrir nuevas cosas y entenderlas profundamente para integrarlas en tu estructura mental.

Si no te hubieses sentado a reflexionar sobre cuál era tu problema, probablemente no hubieses hecho nada al respecto y seguirías con el mismo problema. Que también es bastante cómodo.

El miedo a la libertad responsable

¿Por qué es más cómodo seguir con el mismo problema?

Porque inevitablemente, si te encargás de ese problema, después va a aparecer otro, y después otro y después otro. Y muchos no están dispuestos a enfrentar eso. Pero no porque lo decidan conscientemente, al contrario, suele ser inconsciente.

No quieren salir de la comodidad que les brinda su problema. Tienen una estructura que los ordena. Sí, el problema está ahí, pero si pueden resistir un poco el sufrimiento que les genera, se acostumbran a vivir ahí.

Entonces, tampoco quieren mirar hacia dentro porque quizás encuentran algo que desmorone por completo toda esa estructura.

Llegan a un punto en que prefieren convivir con ese dolor, que los tiene constantemente con esa sensación de incomodidad, porque enfrentar todo lo que reprimieron representa un desafío mucho más grande. Esa enormidad, al mismo tiempo, los agobia y se quedan ahí.

Porque al final, salir de ahí implica lo que dije más arriba: no vas a resolver el problema y listo, vas a seguir encontrándote con más problemas.

Porque un escenario posible es este:

Decidís mirar hacia adentro y te das cuenta de que estás desmotivado, ¿eso qué quiere decir? ¿Que hay algo mal con vos?

“¿Por qué todavía no pudiste encontrar algo que te motive? El resto parece tenerlo claro. O al menos pueden seguir haciendo cosas sin sentirse motivados ¿Por qué vos no podés hacer lo mismo? ¿Sos más débil? ¿Es eso?”

Se abre una cascada de pensamientos que pueden derrumbarte. Pero supongamos que podés lidiar con ellos. Bien, pasaste ese primer obstáculo. Ahora se presenta otro: qué es lo vas a hacer al respecto.

“¿Tengo que ir al psicólogo? ¿Hablo con alguien? Me podría comprar un libro. O no, voy a buscar en el celuar: ‘por qué me siento desmotivado’”

Y ahí arranca todo el proceso de aprendizaje que ilustre más arriba. Que a la vez trae más problemas consigo.

Porque te ponés a investigar y te encontrás con que no entendés algunos conceptos, tenés que prestar atención, tenés que procesar la información para recordarla, tenés que encontrar la manera de aplicar lo que aprendés a tu situación, etc., etc.

Miles y miles de problemas, desafíos y obstáculos. Algunos más pequeños, otros más grandes. Pero una cadena que no termina.

Entonces, la mayoría decide quedarse donde está: mejor lidiar con un problema que ya conocés que con miles que todavía no podés ni imaginar.

Pero ¿Y si pudieras mejorar los problemas que enfrentás?

¿Qué pasaría si enfrentar voluntariamente los problemas que se te cruzan te permitan convertirte en un mejor “solucionador de problemas”?

¿Qué pasaría si esa capacidad para resolver problemas te permite elegir cada vez “mejores” problemas?

¿No se volvería más divertido?

Esa es la lucha constante en la que vivimos. Si tomamos la responsabilidad de enfrentar esos problemas que no nos gustan y que se ven feos, y lo hacemos de manera tal que tomen la forma de un juego, podemos ascender hacia niveles en donde hay juegos mejores y cada vez más divertidos.

No existe un lugar en el que dejen de existir los problemas. Pero sí, podés llegar a un lugar en el que disfrutás los problemas que enfrentás.

Pero tenés que animarte a mirar hacia adentro, observar hasta que identifiques un problema, y tomar la responsabilidad de enfrentarlo.

Gracias por leer.

Buena semana, que te diviertas.

Bautista.