- Bautista
- Posts
- Cómo Descubrir Tus Límites Para Vivir Tranquilo Con Vos Mismo
Cómo Descubrir Tus Límites Para Vivir Tranquilo Con Vos Mismo
Cuando se trata de relaciones…
Hay una que es de las más complicadas: La que tenés con vos mismo.
Esas batallas internas que enfrentás cada día, esa voz que muchas veces te critíca, que cuestiona tus decisiones, tu manera de actuar, y a veces, hasta tu valor como persona.
Si no podés tener una relación armoniosa con ese ‘espíritu‘ interno, se vuelve agotador, te drena, y es insoportable.
No podés vivir tranquilo. No importa lo que hagas, lo que pienses, o lo que sientas, está ahí sentenciando todo.
Lo que lo hace tan difícil es que nadie más lo puede ver. Es una batalla que luchás solo, pero que enfrentamos todos.
Por eso hoy quiero compartirte una idea que me ayuda todos los días a guiarme para ni siquiera tener que negociar con esa voz.
Me ayuda a callar ese “crítico interno“, que poco tiene de constructivo. Y así, puedo vivir mejor conmigo mismo y enfocarme en:
Crecer y expandir mis capacidades al máximo
Encontrar algo que me motive a levantarme cada día
Aprovechar lo más posible todas las oportunidades que se me presenten
Sin que me esté limitando con sus observaciones.
Algunos te dirán que tenés que aceptarte tal como sos. Otros que tenés que ir a terapia. Puede que hayan unos que te digan “bancátela, esto es así”.
Pero hay algo más que casi nadie menciona, y es algo que a mi me ayudó muchísimo:
Tenés que buscar tus límites.
La utilidad de los límites
Toda área de la vida nos propone una incógnita: ¿Dónde está el límite?
Desde que nacemos, vamos buscando dónde está el límite en todo lo que hacemos. Nos ayuda a guiarnos en el mundo.
“¿Cuántas paredes puedo pintar antes de que me reten?”
”¿Hasta dónde puedo correr antes de que me digan que es peligroso?”
“¿Cuánto tiempo puedo aguantar abajo del agua?”
A medida que crecemos, vamos viendo que está en nosotros definir qué límite queremos buscar. Y eso va a definir qué juego queremos jugar en la vida y qué rol queremos ocupar.
El límite que estás buscando define para qué estás optimizando. En qué invertís tus recursos. ¿Qué límite te genera curiosidad?
Vemos que es múy útil reconocer nuestros límites. Porque si sé que tomando 5 vasos de fernet termino la noche con la cabeza en el inodoro, mejor me tomo 3 y me ahorro ese disgusto.
Pero todo límite va a cobrar relevancia subjetivamente. Depende de lo que represente para cada uno. Qué tan significativo es para vos.
Encontrar tus límites es enfrentarte a la verdad
Cuando sabemos cuáles son los límites, ganamos autonomía.
Porque sabemos en qué concentrarnos. Qué descartar. Cuánto poder tenemos de maniobra. Entonces se vuelve algo realmente útil.
Te simplifica tu mapa de acción porque reduce las infinitas posibilidades.
En un juego, donde las reglas están bien definidas, los límites son fáciles de encontrar, pero en la vida real…
¿Cómo sabemos objetivamente cuáles son los límites?
¿Cómo sabemos si verdaderamente existe un límite real (externo a nosotros) o si es uno que nos imponemos?
Una gran parte del proceso de descubrir nuestros límites es identificar los parámetros que los determinan.
Esto es importante si no querés vivir en una ilusión. Como tener límites puede ser cómodo, muchas veces nos autoimponemos esos límites para quedarnos ahí.
Hay otras veces que creemos que no existe tal límite, y eso puede terminar en variedad de desenlaces catastróficos.
Es crucial encontrar qué fuerzas y elementos definen la realidad que enfrentamos.
Porque, en última instancia, encontrar nuestros límites, es enfrentarse a la verdad.
Y la verdad, en este sentido, no es algo del todo fijo o inmutable.
Supongamos que vas al gimnasio y levantás una mancuerna de 10 kg sin dificultad. Esto te lleva a probar con una de 15 kg, pero apenas podés moverla. Entonces, te conformás con la de 14 kg.
Hoy, esa es la verdad: tu capacidad física no te permite levantar más de 15 kg.
Alcanzaste tu límite. Pero la cuestión es que, en este caso, el límite no es estático.
Sabés que, con entrenamiento constante, en un tiempo podrías levantar más peso.
Y está determinado por múltiples factores: tu fuerza actual, tu capacidad de recuperación, tu disciplina, e incluso las herramientas disponibles en el gimnasio.
Pero…
Hay otro tipo de límites más absolutos. No importa cuánto entrenes o te prepares, no podés volar por tus propios medios.
Ahí es donde entran en juego factores que escapan a tu control, como tu biología y las leyes de la física. Esa es una verdad que no podés cambiar. Es un límite definitivo.
Buscar tu límite te deja tranquilo
Si dar es ser feliz, darlo todo es satisfacción absoluta.
Y mirando hacia atrás, son los días en que sentí la mayor satisfacción, en los que menos escuché ese crítico interno.
Por otro lado, me doy cuenta de que no es cuando me equivoco o cuando fallo que ese juez se agranda.
Es cuando no estoy satisfecho del esfuerzo que hice.
Entonces, intuyo que gran parte de lo que alimenta esa voz es la insatisfacción.
Buscar tus límites te tranquiliza porque…
Por definición, encontrar tus límites requiere que des todo de vos.
Te va a obligar a dejar todo de vos porque así realmente vas a saber que el límite está ahí.
Cuando no hay nada más que pudiésemos haber hecho (con la información que teníamos en el momento), ahí sabemos que alcanzamos un límite.
Y es una medición completamente subjetiva, pero creo que cada uno, en lo más profundo, sabe cuando lo dio todo y cuando pudo haber aportado algo más. Entonces, eso te deja tranquilo.
Porque esa voz sabe cuando diste todo de vos, y sabe cuando te guardaste algo, quién sabe para qué o por qué razón.
Y antes de decretar esa sentencia que determina la validez de tu esfuerzo, es importante preguntarte:
¿Estoy juzgándo mis acciones pasadas con lo que sé ahora? ¿Estos juicios están basados en información que adquirí recién después de tomar acción?
Evaluate teniendo en cuenta la información que tenías cuando tomaste esas decisiones.
Por otro lado…
Todo límite que captura nuestra atención nos dice:
“Vení a ver. Puede que haya algo más“.
Y seguir eso requiere de valentía. Porque nos invita a una aventura, no sabemos lo que va a pasar. Es dar un paso hacia lo desconocido. Lo incierto.
Lo peligroso es que, en el camino, podemos encontrarnos con ciertas verdades que son difíciles de asimilar. Verdades sobre nosotros y sobre el mundo que creíamos inquebrantables pero que en realidad, son más vulnerables de lo que pensabamos.
Eso te puede dejar expuesto, por eso, estar dispuesto a correr ese riesgo es lo que requiere de valentía. Entonces, dar ese paso es el equivalente a demostrarle a tu voz interna que no sos un cobarde.
El enfrentarse a una limitación propia puede ser caótico. No es fácil asimilarlo porque toca una fibra muy interna. Es darnos cuenta de nuestra propia insuficiencia.
Hay veces que estamos convencidos de que podemos ir más allá y nos encontramos con que por incapacidades nuestras, o por un entorno desfavorable, o miles de cuestiones más…
Esa puerta se cierra.
Pero por eso también vale la pena ir a buscarlo, para verlo por nosotros mismos.
Y esa ya es una victoria. Con el simple hecho de animarte a enfrentar tus limitaciones ya estás ganando la primera batalla. Algo que, te des cuenta o no…
Te fortalece, te da mayor seguridad. Y ese crítico interno, pierde poder.
El precio de la inacción
El asunto está en que por más de que no sigamos esa voz que nos invita a la aventura, la vamos a seguir escuchando.
Supongamos que ese límite que te está llamando, forma parte de tu sueño. Pero por miedo, inseguridades, o la razón que sea, decidís no perseguir tu sueño…
La vida sigue, y es muy probable que uno vuelva a preguntarse de manera recurrente "que hubiese sido si... (lo intentaba)”.
Porque esa voz sigue llamándote.
Buscar donde está el límite te presenta dos posibles caminos: alcanzar lo que querés o no.
Si desistís en esa búsqueda, corrés el riesgo de estar dejando de lado el premio.
Porque… ¿Quién sabe que tesoro dejaste escapar?
Pero está bien..
Imaginemos, con una mirada omnipotente, que miramos en el futuro y sabemos lo que hubisese pasado si lo intentabas.
Supongamos que nos enteramos que no era para vos, no era posible por tal o cual razón. Pero nunca lo intentaste, entonces…
Tampoco lo sabés del todo.
En este escenario, vas a vivir siempre con la duda..
O creyendo de que tenías la posibilidad, y taladrándote la cabeza con la idea de que era posible, cuando muy probablemente no lo era.
Entonces, al no ir en búsqueda de esa “confirmación”, y liberarte de algo que no era para vos, vivís atormentado por el "que hubiese pasado si".
Algo que para muchos puede ser más cómodo, porque es ese caso que contaba antes de auto-limitarse. Es más cómodo, porque te quedás con la ilusión de que “yo hubiese podido pero [excusa]“.
“No se puede despertar a la conciencia sin dolor. La gente hará cualquier cosa, por absurda que sea, para evitar enfrentarse a su propia alma. Nadie se ilumina fantaseando figuras de luz, sino haciendo consciente su oscuridad.”
Preguntáte:
¿Qué más me queda por hacer para descartarlo como imposible?
Si no hay nada más que hacer, te podés quedar tranquilo.
El límite es incómodo pero te libera
Cuando encontramos un límite podemos tomarlo como algo que nos frena. Que nos dice “hasta acá“. “Todo eso sí, pero más allá de este punto, no.“
Eso puede parecer desalentador…
Pero como vimos, saber que no podés ir más allá de cierto punto te obliga a enfocarte en otra cosa o en lo que queda dentro de esos límites. Y eso te termina beneficiando.
Porque, en un mundo tan complejo…
Los límites te ordenan.
Tu sistema nervioso regula la fuerza que aplican tus músculos para que no se excedan y se desgarren. Ese límite te protege.
Cuando estás estudiando, te indican que leas de la página 25 a la 42 porque de ahí se van a sacar las preguntas para el exámen. No necesitas leer todo el libro, porque ese límite te orienta y te permite concentrarte en lo que realmente importa.
Lo mismo pasa en una cancha de fútbol: tiene líneas que delimitan el campo de juego, sino se desvirtúa por completo.
Los límites son “restrictivos”. Pero en el buen sentido. Y no quiere decir que ese límite no se pueda mover…
Pero, por lo general, nos encontramos en situaciones en las que el esfuerzo y la inversión por mover ese límite no se correlaciona con el beneficio de expandirlo.
Aunque parezcan restricciones, en realidad son guías que nos ayudan a canalizar nuestra energía de manera más efectiva.
Cuando determinás que ciertos límites no valen la pena ser desafiados o pierden relevancia, podés descartarlos y concentrarte en otra cosa, o en lo que queda dentro de ese límite.
Por ejemplo, hace ya más de un año decidí dejar mi país con la idea de jugar al fútbol profesional. Estaba muy cómodo: tenía a mi familia, mis amigos de toda la vida, y conocía cada rincón de mi entorno, que era el mismo desde siempre.
Pero sentía que si no lo intentaba, iba a vivir siempre con la duda. Así que me fui.
Cuento corto, al final no funcionó. Pero encontrar ese límite (que no fue fácil y para nada cómodo) me dio tranquilidad. Sabía que había hecho todo en mi poder para alcanzarlo.
En vez de quedarme atrapado en el "qué hubiese pasado si", fui a enfrentar ese límite dispuesto a lidiar con la verdad. Acepté esa realidad y redirigí mi energía hacia otra cosa.
Porque seguir intentándolo, sacrificando más cosas en el camino, ya no tenía sentido.
Ese límite, aunque incómodo, fue liberador. Me ayudó a quedarme tranquilo con que por ahí no era, y podía enfocarme por completo en otra búsqueda.
Es mejor aceptar esa limitación porque te ayuda a enfocar tus recursos donde más impacto vas a generar.
Te libera. “Por acá no“, dice.
Y así evitás ir en busca de caminos que no valen la pena.
Cómo reconocer qué límite buscar
¿Qué límites nos interesa empujar y qué límites consideramos irrelevantes?
Es una pregunta que me hice. Pensé que la respuesta iba a estar en un argumento en concreto, pero la termine encontrando en otra pregunta.
La mejor manera de determinar si vale la pena la búsqueda de la corroboración de un límite es preguntándote:
“¿Puedo vivir con esa duda?”
“¿Va a ser algo que me pese en el futuro, o es algo que no me genera inconveniente alguno?” Si no te mueve ni un dedo... sabés que no es por ahí.
El mundo es muy grande y complejo como para sacarte todas las dudas de encima.
¿Con cuáles no vas a poder vivir?
Lo que más te va a orientar es observar donde ves posible que aparezca el arrepentimiento de no intentar.
Porque…
Es más pesado vivir con la duda que con la certeza de que no pudiste, pero que al menos lo intentaste.
La fuerza de esa voz se rige por tu insatisfacción
Tu insatisfacción está determinada por el reconocimiento de que podrías estar haciendo algo mejor.
Encontrar un límite es encontrarse con lo mejor posible.
Saber que alcanzaste lo máximo posible te da satisfacción.
Mientras mayor sea la satisfacción, menor es la crítica interna.
Para vivir tranquilo con vos mismo preguntate:
¿Es este realmente mi límite o puedo dar algo más?
gracias por leer.
buena semana, que te diviertas.
Bautista.