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Dejá de Perder el Tiempo y Desperdiciar Tu Capacidad
Cómo empezar a aprender de verdad y escapar del piloto automático:
Vivimos constantemente sobrecargados de información.
Prendés la tele, abrís redes sociales, o escuchás un podcast y sos instantáneamente bombardeado con ideas, datos, opiniones, y consejos.
Todos compiten por tu atención.
"Esto es lo que necesitás", "Si querés esto, tenés que hacer esto otro", “Esto está mal”.
Dentro de todo eso, está lleno de contenido valioso. Pero cuando es tanto, y en todas partes y en todo momento… te satura.
Te agobiás porque no sabés qué guardar, qué aplicar, qué ignorar.
Saber manejar esa enorme cantidad de información y diferenciar lo valioso de lo insignificante va a evitar que te agobies, y te va a frenar de seguir ciegamente lo que dicen otros.
Pero esa no es una habilidad que te enseñan explícitamente. Tenés que descifrarlo por tu cuenta.
Y si estás acá, probablemente sea porque estás buscando eso: ideas que te ayuden a ampliar tu perspectiva y pensar de manera clara e independiente.
Para poder entender las cosas en profundidad, orientarte correctamente y tomar mejores decisiones (y propias), en lugar de vivir en piloto automático.
Para eso es crucial aprender a aprender.
Pero la mayoría de la gente que le interesa desarrollar su criterio—para eso es que uno aprende, no?—se pasa horas leyendo libros que debería leer, podcasts que debería escuchar, o incluso siguiendo carreras que deberían seguir.
Consumen todo como caramelitos, sin detenerse a pensar.
Y así es como pierden el tiempo y desperdician su capacidad.
Lo sé porque pasé por ahí.
Quería educarme, expandir mi perspectiva y profundizar mi pensamiento para armarme y encontrar mi camino. Cómo queremos todos.
Durante años, pensé que estaba aprendiendo, cuando en realidad había caido en una trampa: el aprendizaje pasivo.
Seguía acumulando conocimiento pero todo seguía igual.
Todo lo que “aprendía” no tenía un efecto en la realidad.
Por eso quiero mostrarte lo que te va a ayudar a evitar esa trampa, en la que cae el 90% de la gente, y cómo transformar todo lo que aprendés en algo que realmente podés usar.
¿Cuánto de lo que creés haber aprendido realmente te pertenece?
Ya caí en el engaño de sentirme bien por terminar un libro, pero frustrarme al darme cuenta de que no podía explicarle concretamente a otro lo que aprendí de esa lectura.
No sin repetirlo exactamente como lo leí o escuché de otros.
Y por mucho tiempo, fue constante la sensación de:
Sentir que ‘sabía’ muchas cosas pero sin ver cómo podía darle uso
Sentir que acumulaba información pero que todavía no sabía suficiente como para arrancar un proyecto
Sentirme aislado e incomprendido por encontrar ideas complejas o profundas, que me fascinaban, pero que no podía compartir porque me costaba explicarlas de manera clara
Entonces, todo el entusiasmo de aprender quedaba en nada.
Muchos se enfocan en la cantidad de contenido de consumen (libros, videos, cursos, etc.), y cometen un grave error: confunden consumir mucho con aprender mucho.
Creen que lo que importa es simplemente:
El tiempo que le dedican
La intención y el deseo por aprender
O la cantidad de información que consumen
Y dejan de lado lo más importante.
No entienden que aprender no es simplemente tachar libros de la lista o completar cursos en tiempo récord.
Porque todos pueden leer el libro, hacer el curso, y repetir gran parte de lo que vieron.
Pero ¿cuántos pueden explicarlo claramente?
¿Conectar eso con otros tema? ¿Y tomar conclusiones realmente útiles?
Porque aprender no es consumir, memorizar y repetir. Ese “aprendizaje” es pasivo, carente de utilidad.
Entonces, ¿qué es lo más importante a la hora aprender?
Aquello en lo que te enfocás cuando estás estudiando.
En 1969, Thomas Hyde y James Jenkins hicieron un experimento en el que descubrieron que la memoria depende de la profundidad con la que se procesa la información.
Es decir, que podés recordar más información (sin tener la intención de hacerlo), si procesás su significado, que si simplemente tratás de memorizar datos aislados de manera superficial.
(No que la memoria sea el punto central del aprendizaje, pero sí es un gran componente.)
Si querés aprender realmente, lo que necesitás es un procesamiento profundo.
No se trata de recorrer todo por encima de manera rápida. Es sumergirte en algo nuevo y hacerlo propio.
Pero, ¿qué quiere decir? ¿Y cómo se hace? Veámoslo.
El aprendizaje es completamente personal
Como vimos, centrarnos en el significado de algo es lo que nos permite retenerlo mejor.
¿Por qué? Porque es algo exclusivamente personal, y es lo que nos sumerge a procesar la información más allá de lo superficial.
El procesamiento profundo está centrado en el significado subjetivo
Si te digo que pienses qué tan agradables son estas palabras: «bailar, perro, astronauta» las vas a recordar mucho mejor que si te digo que busques cuantas «e» tiene cada palabra.
(Esto es lo que hicieron en el experimento)
Uno tiene un enfoque en el significado (que es completamente personal), y otro en lo superficial.
Esto quiere decir que recordamos mejor aquello que podemos conectar con experiencias, recuerdos o conocimiento previo.
Cuando leo ‘perro’, se me viene a la mente, por ejemplo, el perro de mi tía: muy agradable. Ya relaciono esa imagen a la palabra.
Esa asociación ocupa mayor espacio mental y tiene mayor conexión a un significado personal que lo que sea que me pueda surgir mientras busco las «e» de cada palabra.
Por eso digo que aprender, es tomar algo nuevo y hacerlo propio. Porque lo incorporás en relación a la estructura mental que ya tenés.
Tenés que procesar la información de manera activa y profunda, centrándote en el significado (personal), para que cobre sentido y relevancia, y así recordarlo con mayor claridad.
De esa manera lo podés integrar en tu propia estructura.
Eso es lo que hace que ciertas cosas te llamen la atención. Es como ver una serie.
Puede que hayan dos personajes teniendo una conversación.
Si no viste toda la serie y te enganchás solamente ese capítulo, esa conversación puede no tener relevancia y quizás no le prestás atención.
Pero para el que viene siguiendo la serie completa, puede significar un punto culminante.
(Porque esa conversación tiene un mayor significado si tenés conocimiento previo, en este caso, sobre ambos personajes en esa serie. Puede asignarle un significado a esa conversación relacionándolo a algo que vió en otros capítulos.)
Si querés aprender, tenés que sumergirte en lo profundo.
No se trata de leer algo y decir: “ah sí, lo entiendo”. Se trata de relacionar nueva información a conocimiento previo o hacer que la información tenga un significado personal.
Conectá lo que consumís a experiencias personales, ideas de otros autores (o propias), o ejemplos que lo ilustren.
Veamos cómo usar la escritura para hacer eso.
La escritura como herramienta de organización y estructura
Todo lo que vayamos a aprender, por definición, está en un lugar más allá de nuestras capacidades o nuestros conocimientos actuales.
Lev Vygotsky define esa zona como la “zona de desarrollo próximo”, donde se encuentra el aprendizaje. Es un espacio llamativo que contiene complejidad y desafío, entre lo que no es tan fácil que podrías automatizar, ni tan difícil que pierdas interés.
Y si lo que buscás es aprender, tu tarea es navegar esa zona. Porque como ya vimos, el aprendizaje real requiere de un procesamiento profundo.
Imagináte que esa zona es como el océano profundo. Y escribir es el submarino que te permite explorar esa zona efectivamente.
Cuando escribís, procesás activamente la información:
Organizándola
Clarificando lo que entendés y lo que no
Y traduciendo conceptos complejos a palabras propias
Te permite estructura y organización para navegar sin que la complejidad de lo nuevo no te abrume.
Para William Zinsser, escribir es la clave para aprender porque no se trata de bajar tus ideas a la hoja cuando ya sabés lo que querés decir, sino que usás la hoja para descubrir qué es en realidad lo que pensás.
Escribir no es para mostrar lo que aprendiste. Escribir es cómo aprendés.
Si querés garantizar un aprendizaje sólido, cada vez que escribas, enfocáte en estos puntos:
1) Elaboración - ¿Cómo se relaciona este concepto con otros conceptos?
2) Diferenciación - ¿Cómo se diferencia este concepto de otros conceptos?
3) Resonancia - ¿Cómo puedo relacionar este concepto con una experiencia personal?
4) Aplicación - ¿Cómo puedo usar o aplicar este concepto?
Si cada vez que te sentás a escribir, lo hacés con estas preguntas en mente, tu procesamiento de la información va a ser tan profundo que no vas a necesitar ningún truco para acordarte lo que viste.
Estas preguntas te van a guiar hacia un procesamiento mucho más profundo de la información, que va a hacer que puedas acceder a un significado que cobre sentido y se relacione con tu conocimiento o experiencia personal.
Pero igualmente veámoslo desde un punto de vista más práctico para simplificar tu proceso de aprendizaje.
Estrategias para aprender escribiendo
A partir de ahora, siempre que te pongás a leer un libro, ver un video o escuchar un podcast, tenés que tener fácil acceso a un lugar en el que puedas bajar lo que capturás.
Puede ser un cuaderno, notas en el celular o un archivo en la computadora.
El primer punto, por supuesto, es prestar atención. Para eso tenés que encontrar todas las formas en que puedas: minimizar distracciones y maximizar tu concentración.
Con ese entorno establecido, enfocáte en estos 3 puntos:
1) Generación de preguntas
Detenéte en cosas que no te quedan del todo claras. Escribí las preguntas que te surgen:
Para buscar definiciones
Para entender argumentos
Para comparar y contrastar
Para buscar relaciones y conexiones
2) Mapa de conceptos
Hilá un mapa conceptual de cómo entendiste el tema. Puede ser de un libro entero o incluso solamente de un capítulo del libro. Hacer esto va a pulir las inconsistencias y robustecer el modelo mental que creás internamente sobre este tema. Enfocáte en definir:
Teoría o dinámica - Cómo funciona
Principios - Qué lo hace funcionar, en qué se sostiene
Ejemplos - Cómo está representado en la realidad
3) Rescatar información
La manera en la que fortalecés tu memoria sobre algo no es leyéndolo muchas veces. Es intentando rescatar lo que leíste, viste o escuchaste. Practicá recordar sin consultar tus notas usando tus propias palabras.
Por ejemplo, al final de cada clase o cada capítulo del libro, podés usar tus propias palabras para resumir lo que te acordás y lo que más te llamó la atención.
Extra) Dejar comentarios con pensamientos, ideas y relaciones
Cada vez que tomo notas, paso todo lo que voy capturando, pero mis apreciaciones personales y ciertos pensamientos que me surgen en el momento, los distingo de alguna manera para cuando vuelva a revisar ese registro.
Por lo general, escribo en Notion y pongo estos comentarios en letra de color gris. La idea es que vayas complementando todo lo que tomás de la clase, el libro o el video con lo que ya sabés y lo que te surge en el momento.
Así, lo hacés mucho más personal.
Escribir para aprender
Si no querés ahogarte entre un mar sobrecargado de ideas, opiniones, datos y consejos, tenés que armarte una balsa que te mantenga a flote.
La escritura es esa balsa.
Si no sos capaz de navegar esas grandes cantidades de información vas a quedar agobiado, perdido y flotando a la deriva, listo para ser arrastrado por las corrientes de las distracciones pasajeras.
Escribí para aprender.
Para dejar atrás el piloto automático de consumir, memorizar y repetir.
Para pensar por tu cuenta, para distinguir lo que tiene valor de lo que está vacío, y para tomar mejores decisiones.
"Aprender no es acumular información, sino cambiar la forma en que ves el mundo."
Gracias por leer.
Buena semana, que te diviertas.
Bautista.