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El Truco Para Incorporar Cualquier Hábito
Me encanta leer.
Pero no siempre fue así.
Es un hábito que fui adquiriendo con el tiempo, especialmente desde que terminé el colegio. Antes de eso, me acuerdo que nos mandaban la lista de “libros de verano” para leer en las vacaciones.
Siempre trataba de evadir esa lectura.
“¿Para qué voy a leer el libro si me puedo ver la película?”, ese era mi razonamiento (en el caso de que el libro tenga una versión en película).
Leer me robaba la libertad que esperaba todo el año.
Nunca hubiese imaginado que me iba a gustar leer.
En su momento era muy difícil que me atrape porque yo no elegía lo que quería leer. Los asignaban para cada verano y no había libertad para elegir.
Pero con el tiempo empecé a encontrar el placer en la lectura, principalmente cuando ya había terminado el colegio.
¿Pero qué fue lo que cambió?
Puede que te pase con hábitos que te gustaría implementar, pero que simplemente terminás abandonando.
Quizás sea hacer ejercicio, leer, salir a caminar o comer más sano.
Muchos quieren empezar a incorporar estos hábitos, pero simplemente no encuentran la manera de integrarlos en su rutina.
Se involucran en su desarrollo personal pero quedan atrapados en reglas u obligaciones que no pueden sostener.
El principal problema está en la manera en que los encaran.
Buscan luchar contra estos hábitos. Lo hacen porque creen que es lo que “deberían hacer”.
El hábito pasa a ser el fin en lugar del medio.
Pero no entienden que así no es como funciona. Viven atrapados en la obligación.
Yo también caí en esa trampa. Creía que para que las cosas valieran la pena, tenían que ser difíciles.
Por mucho tiempo, mis días eran rígidos y llenos de cosas que “debería” hacer. Y mientras cumplía con esas obligaciones, solo esperaba poder evitarlas.
Ahora entiendo que los hábitos saludables tienen valor únicamente cuando pueden ser sostenidos y que la disciplina forzada es la peor manera de hacerlo.
Hoy quiero mostrarte cómo transformar tus hábitos para que dejen de ser una carga y que no solo sean sostenibles, sino que también se conviertan en una fuente de energía, motivación y disfrute.
La rueda infinita del desarrollo personal: el hábito como fin
La autoayuda y el desarrollo personal pueden ser caminos llenos de trampas, incluso para quienes buscan mejorar de manera genuina.
Una de esas trampas es quedar atrapado en una rueda que te hace girar en círculos, creyendo que estás avanzando cuando en realidad solo estás cumpliendo.
Los que caen en esta dinámica convierten el hábito en su objetivo principal. Lo que debería ser un medio para algo más significativo se transforma en una obligación sin sentido.
No leen porque disfrutan o porque buscan aplicar lo que aprendieron. Lo hacen para poder decir: “Sí, ese lo leí”, aunque sea para sí mismos.
No van al gimnasio para sentir la energía de estar activos, lo soportan porque lo necesitan para sentirse fit.
No meditan para estar presentes, lo hacen porque deberían, mirando el reloj, ansiando terminar para cumplir con la meditación diaria.
No quieren profundizar en las ideas de cada libro, quieren sumar un número más a la biblioteca.
Y es entendible, todos queremos vernos lindos, sentirnos bien, y crecer. Muchas veces nos toca hacer cosas que no queremos para alcanzar esos logros. Pero…
Pero cuando el foco está únicamente en el resultado, el proceso pierde sentido.
Tu día a día se llena de cosas que hacés por obligación, no por el valor o disfrute que traen a tu vida.
Así es como se cae en la rueda infinita del desarrollo personal. Leer un libro más, evitar una comida que “no deberías” o completar una rutina no necesariamente significa que estés creciendo.
Porque en esos casos, el hábito se convierte en el fin.
Leés para sumar un título a la lista, no para aprender.
Vas al gimnasio para cumplir con la rutina, no para sentirte fuerte y lleno de energía.
Te levantás temprano para “ser productivo,” pero no con un propósito real detrás.
Cuando los hábitos dejan de ser herramientas para crecer, pasan a ser un peso más en tu vida.
Las búsquedas vacías: cuando el hábito se convierte en el fin
Yo sufrí las consecuencias. Me pasó cuando jugaba al fútbol.
Hubo un tiempo en el que estaba muy enfocado. Lentamente empecé a competir conmigo mismo.
Claramente, yo buscaba mejorar futbolísticamente, entonces me obsesioné con entrenar.
Entrenaba en el club, volvía y me iba al gimnasio. Los días que no iba al gimnasio me iba a la plaza a hacer ejercicios con pelota.
Me enfocaba en dormir y comer bien, y en entrenar lo más que podía.
Me perdí en una búsqueda vacía: el fútbol quedaba en segundo plano. Ahora entrenaba por entrenar.
Si podía encontrar un hueco para entrenar, lo hacía. Sin importar si estaba cansado o si arrastrase alguna carga. Entrenaba simplemente por entrenar más.
Ya no entrenaba para rendir de la mejor manera en la cancha, sino para demostrarme que yo podía más, de que no era un vago.
Estaba dispuesto a dejar todo y nadie iba a entrenar más que yo. Tenía la obligación de hacer un poco más, siempre.
Física y futbolísticamente, hubo una leve mejoría. Pero no iba a durar mucho…
A los pocos meses empecé a sentir dolores, molestias, y me encontré con una lesión que me iba a dejar sin jugar por más de medio año.
Había perdido el norte completamente y me había olvidado de qué era lo más importante.
Estaba cavando mi propia tumba (futbolística).
Un año después, ya había vuelto a entrenar y sabía que no tenía que caer en la misma trampa. En lugar de intentar hacer lo difícil, fui por lo sostenible.
Así fue como vi la mayor mejoría en mi fútbol. No intenté sumar más horas de entrenamiento, sino más horas de sillón.
Sí. Me dediqué a hacer menos, priorizar mi descanso y aprovechar ese tiempo para mirar más fútbol.
Tenía que resistirme al pensamiento de que no estaba haciendo nada y de que debería esforzarme más.
Pero así, mejoraba mi entendimiento del juego, disfrutaba de ver fútbol y tenía una excusa para pasar más tiempo con amigos y familia.
Tus hábitos deberían prepararte para dedicarte en lo importante
Tus hábitos son saludables cuando te cargan de energía, te ofrecen claridad mental y te llenan de motivación para enfrentar tus proyectos, disfrutar tus actividades y fortalecer tus relaciones.
Si solamente se trata de mantenerlos, si se sienten como un desafío constante (y el desafío principal), entonces el problema está en el enfoque con el que lo estás abordando.
Tus hábitos te empiezan a sumar cuando reducen tu estrés y mejoran la adherencia.
Tus proyectos, tus relaciones y tus responsabilidades suelen ser demandantes de energía, dedicación y tiempo.
Si en lugar de tener hábitos enriquecedores, solo cumplís con obligaciones..
No vas a poder mantenerte constante (y probablemente te frustres)
Te vas a sentir con poca energía y motivación para enfocarte en tus proyectos y relaciones
Vas a estar poco predispuesto para encargarte de tus responsabilidades
Te vas a estresar sin sentido ni beneficio
Son herramientas, no cadenas.
No estás para cumplir con ellos.
Ellos están para servirte a vos. Si no te están cargando de energía o haciéndote la vida más entusiasmante, quizás es momento de revisar tus enfoques.
El hábito enriquecedor es el medio, no el fin
Sí, hacer cosas difíciles tiene su premio.
Hacer lo que no tenemos ganas de hacer, refuerza nuestra tenacidad. Y muchas veces puede ser lo que nos permite alcanzar esos grandes objetivos que tanto queremos.
Pero hoy no estamos hablando de eso.
Muchas veces nos empecinamos en querer adherirnos con ciertas cosas que nos proponemos, y sin darnos cuenta, caemos en esa trampa de cumplir por cumplir.
Imaginate que te levantás a la mañana y tenés una rutina matutina ya armada.
En esa rutina, tenés ciertos hábitos con los que tenés que cumplir porque sabés que son “saludables”.
Pero cuando los estás haciendo, no los disfrutás. A la larga se vuelven una carga. Levantarse todos los días a cumplir con obligaciones autoimpuestas que se suponen que son para tu beneficio, te va a agotar.
¿Cuántas veces te encontraste quierendo saltear esa rutina?
Tenés que entender que los hábitos enriquecedores son aquellos que te cargan de energía, te predisponen de la mejora manera para tu día, y te mantienen sano.
Cuando tus hábitos se convierten en una obligación, empiezan a robar de tu fuerza de voluntad.
Si cumplir con ellos es el principal desafío, perdés energía para invertir en las cosas que realmente importan.
Empezá por lo que te gusta
Lo primero que leí por mi cuenta eran libros sobre productividad y desarrollo personal.
En su momento me llamaban porque veía la practicidad y la utilidad en lo que leía. Y eso me gustaba. Entonces se me hizo más fácil.
Leer se volvió más llamativo porque yo era el que elegía lo que quería leer.
Eso hizo que me involucre con mayor disposición. Con el tiempo, me di cuenta de que a medida que más leía, más me gustaba leer, y más eran los temas que me interesaban.
Empecé leyendo lo que me gustaba y eso hizo que, lentamente, el hábito pueda ser incorporado. A partir de eso pude expandir lo que leía.
Había aplicado a la perfección, sin darme cuenta, esa frase que escuché varias veces de Naval Ravikant:
“Leé lo que te gusta hasta que te guste leer”
Ese interés hizo que leer no se sintiera como una obligación.
Tus hábitos cobran poder en el largo plazo
No leés un libro y sos sabio.
No comés una fruta y sos sano.
No vas al gimnasio y estás entrenado.
Requiere de mantenimiento, de consistencia. Si están dirigidos por obligación, no van a ser sostenibles.
Tus hábitos tienen que estar de tu lado, no en contra.
Tienen que impulsar tu fuerza de voluntad, no robarla. Por eso es importante enfocarte en incorporar hábitos que te traigan beneficios pero que también disfrutes de hacer.
Evitá los extremos
Muchos buscan cambios radicales:
Arman rutinas de doble turno en el gimnasio, 7 días a la semana.
Eliminan todas sus comidas favoritas en su búsqueda por comer sano.
Empiezan a leer con un libro que no les interesa solo porque es famoso.
Pero ahí está el error.
Como plantea Ali Abdaal:
“¿Cómo se vería esto si fuese divertido?”
La clave está en encontrar formas de hacer tus hábitos más disfrutables y sostenibles. Es el disfrute lo que hace que un hábito pueda mantenerse en el tiempo y convertirse en un verdadero motor para tu crecimiento.
No quieras sentirte productivo
No te encierres en la idea de que todo tiene que ser productivo o que tiene que estar alineado con tu carrera.
A veces lo mejor es hacer cosas por el simple hecho de hacerlas y porque te divierten. Así podés llegar a sacar mayor beneficio de algo que no es “productivo“, que de algo que debería serlo.
Hacé una lista de tus hábitos actuales y preguntate por cada uno:
¿Me da energía o me la quita?
¿Quiero saltear hacerlo?
¿Estoy cumpliendo por cumplir o realmente siento un beneficio?
Después, elegí un hábito y pensá cómo podrías hacerlo más disfrutable.
Quizás cambiar el libro que estás leyendo, probar un nuevo ejercicio, o simplemente tomarte una pausa.
Gracias por leer.
Buena semana, que te diviertas.
Bautista.