- Bautista
- Posts
- Estás Dejando Pasar Oportunidades Sin Darte Cuenta
Estás Dejando Pasar Oportunidades Sin Darte Cuenta
Mucha gente se frena de empezar proyectos porque…
Tienen miedo de equivocarse o quedar mal parados
No ven el sentido en “gastar” tiempo si no hay un premio certero
Creen que lo único que pueden ganar es plata, y si no es suficiente, no sirve
Lo que no entienden es que:
Evitar el error simplemente los va a dejar atrapados en la mediocridad. Equivocarse es parte del camino si querés mejorar en algo, lo que sea
Los desenlaces posibles son muchos más de los que te podrías imaginar, entonces los premios pueden ser mayores de lo que podés alcanzar con tu imaginación
Pueden conseguir herramientas que, en ese momento no darán plata pero que en un futuro, complementándolas con otras, pueden generar diez veces lo que pensaban
Pero entiendo de donde vienen estas razones. Las entiendo porque en algún momento fueron lo que me detenía de arrancar algo significativo.
Tenés miedo, inseguridades, y hay MUCHÍSIMA confusión.
Pero ya, después de cuatro meses metido en este último proyecto de ‘consiliencia de contenido’…
Puedo notar la cantidad de cosas que aprendí en ese tiempo. Y ahí está la principal razón por la que estoy convencido de que hacer lo mismo te va a ofrecer el mejor camino posible por tomar.
Si hay algo que me daba seguridad a la hora de arrancar con este proyecto cuatro meses atrás…
Es la cantidad de posibilidades que se me abrían por el simple hecho de hacerlo. Ni siquiera necesitaba que me salga bien.
Sabía que aunque me vaya mal…
Me iba a servir.
Quiero compartir un poco de todo lo que fui aprendiendo y las razones para hacerlo para que…
Si te interesa optar por un camino en el que puedas crecer, aprender, crear…
Y divertirte haciéndolo..
Vos también, puedas tomar el mismo acercamiento.
Así, vas a dejar de cortar de raíz todas las ideas que se te cruzan y vas a empezar a hacer cosas que te entusiasmen realmente.
El resultado como única métrica y la certeza absoluta como referencia, son la prisión del crecimiento.
Para todo lo que quieras hacer…
La mentalidad va antes que el talento, la herramienta o cualquier truco que quieras implementar.
Porque una mentalidad robusta interpreta los sucesos y recopila información en función de su enfoque, y no es fácilmente desestabilizada. Es lo que te permite hacer uso de tu talento, de una habilidad, o de cualquier herramienta, de la mejor manera.
Por esta razón, tenés que entender que el resultado no puede ser lo único que defina tu éxito, y que vas a tener que pasar por momentos de incertidumbre y tramos fuera de tu control, para alcanzar lo que sea.
Me acuerdo que en el primer newsletter que escribí, conté una anécdota sobre algo que me dijo un amigo que me estaba ayudando con otro proyecto.
Yo tenía dudas de hacer lo que quería por miedo a que no funcionara. Se lo dije y me contesto algo así como:
“Va a valer la pena salga como salga. Esto va más allá de los resultados que puedas conseguir. Quedáte con todo lo que aprendés“
Todas las habilidades, el conocimiento, y la resiliencia de haber pasado por ese proceso..
Iba a ser mayor que lo que me podría ofrecer alcanzar el objetivo que me planteé en un principio.
Y eso me ayudó a tener en cuenta estos dos puntos:
1) pensamos en términos muy simplistas.
Por lo general, pronosticamos nuestro camino hacia un objetivo de una manera muy simplista y lineal.
Esto hace que tiendas a creer que lo que vas a hacer, es más simple o más fácil de lo que en realidad es. El problema, en principio, es que vas a generar expectativas altísimas. Probablemente incoherentes a donde hoy estás parado.
En consecuencia…
Te vas a frustrar cuando te encuentres con la dura realidad de que no todo era como pensabas.
Y va a hacer que creas que hay algo que está mal con vos. Te vas a convencer de que no sos capaz, no tuviste suerte, o—llevándolo a un extremo—que “la vida es muy cruel y no tiene sentido.”
2) reducimos el abanico oportunidades.
Por momentos, pensamos que tenemos en cuenta todas las posibles alternativas.
“Si no es esto, es aquello. Y si no es eso otro, entonces es esto.”
Hacemos esto porque nos es más cómodo vivir con certezas. Nos tranquiliza.
Lo que pasa, es que si nos cerramos a lo seguro, nos perdemos de muchísimas cosas.
Limitarte a tomar acción, únicamente sobre lo que podés ver un desenlace certero, es lo que te frena de expandirte.
¿Quién sabe qué tesoro estás dejando escapar?
“Dado que solemos pensar en términos de nuestras acciones y su trayectoria como un camino [a menudo lineal] bajo nuestro control, limitamos el alcance del resultado.”
Por esto, muchas veces desestimamos alternativas. Porque no podemos ver más allá de nuestra visión lineal y simplista.
Hay oportunidades que todavía no podés captar y estás limitándote a tomar acción simplemente sobre lo que ves.
Pueden haber muchas más oportunidades fuera de lo que uno puede ver o donde se siente cómodo.
Lo que querés alcanzar no está en la dirección que pensás
Y en relación a esto, hay algo que me doy cuenta.
Al cerrarnos sobre lo que podemos ver, tomamos caminos directos, lineales.
El que quiere ser feliz, busca la felicidad. El que quiere la plata, busca la plata.
Y tiene sentido.
¿Por qué optaríamos por otro camino?
Si quiero algo, voy en busca de eso ¿No?
Pero noto que ir detrás de cosas que deseamos, de manera directa o lineal, muchas veces es contraproducente. Muchas veces, en ese acercamiento…
Estamos dejando escapar oportunidades por miedo a pisar fuera del camino.
A lo que voy es que..
El que es feliz, el que tiene plata, ¿Solamente se enfocó en eso?
¿O hubo algo más que lo motivó, y la plata o la felicidad fue un producto residual?
Y ahí me quiero detener. En el concepto de “producto residual”. Muchas veces pensamos en términos de:
“Estoy en A, quiero ir a B”.
Entonces, “Camino de A a B, y así llego a B”.
Pero…
¿Te planteaste alguna vez si tu visión de felicidad, de riqueza, o de lo que "B" sea para vos, es una meta en sí misma o una consecuencia de algo más profundo?
Lo pensamos cómo si fuesen puntos estáticos y el camino, lineal.
¿Cómo sabemos que “B” (y para el caso, que “A” también) no está en movimiento?
Quizás, lo que queremos alcanzar está en constante movimiento y, en realidad, se aleja más mientras lo estemos persiguiendo.
Por ejemplo…
Imaginate que querés atrapar un caballo para ensillarlo:
Si te acercás de forma directa, el caballo percibe tus intenciones y trata de escparte. Cuanto más intentás alcanzarlo, más se aleja, desconfiado por el enfoque tan frontal.
Pero, si te acercás despacio, con el cuerpo de lado, evitando que sienta presión…
El caballo se siente menos perseguido y es mucho más probable que puedas acercarte sin que intente escapar. Cambiás a dónde apuntás y llegás a lo que querés.
Ahora…
Noto que esto, no aplica para logros materiales u objetivos a corto plazo.
Para obtener algo material, como un objeto o un logro inmediato, la estrategia directa puede ser efectiva, porque se puede medir y gestionar de manera concreta.
El asunto es que, cuando intentamos aplicar esta misma lógica a elementos complejos y abstractos (como el amor o la felicidad), nos encontramos con una paradoja:
Cuanto más los perseguimos directamente, más se nos escapan o se desintegran, y lo que conseguimos puede resultar superficial o momentáneo.
Por esto de que, mientras perseguimos alejamos lo que queremos, es que…
Mucha gente habla sobre “la ley de atracción“ o “manifestar“.
Así es cómo lo veo yo:
Siempre que estemos persiguiendo algo, inevitablemente vamos a estar generando una estela. Como si fuese un barco en el agua. Y detrás de esa línea que se forma…
Vamos atrayendo y acumulando todos los elementos que floten cerca de nuestro movimiento.
Es decir, perseguir algo, va a generar y atraer productos residuales. Que pueden ser beneficiosos o perjudiciales. Pueden contribuir a impulsarnos o a detenernos.
Y en ese sentido, fortalecen o debilitan nuestra “fuerza de atracción” y nuestro “poder de generación”. Dos elementos que construyen la base de quién somos.
Es cómo buscar al caballo con un balde de maíz en la mano. Con simplemente agitar el balde, el caballo viene solo. Porque tenemos algo que lo atrae. Esa es nuestra estela.
Yo, cuando voy al gimnasio, me enfoco simplemente en ejercicios compuestos, por lo que estoy usando los brazos y el abdomen indirectamente. No los entreno directamente.
El producto residual de hacer esos ejercicios compuestos es que también fortalezco (sustancialmente) mis brazos y abdomen sin tener que entrenarlos específicamente.
Desde esta “estela“ surgen las oportunidades, las experiencias, y las relaciones que se nos presentan, y los logros o los avances que alcanzamos.
Esos productos residuales son los ‘intereses compuestos’ que robustecen nuestra experiencia y reputación.
Nuestra realidad se construye en base a nuestra búsqueda.
Lo que estemos persiguiendo, es lo que va a determinar los productos residuales que acumulamos.
Por esto, Nietzsche decía:
"No conozco mejor propósito que perecer intentando lo imposible. Que algo parezca imposible no es razón para no intentarlo, es por eso que merece la pena. ¿Dónde está el coraje si el éxito está garantizado? El único fracaso es huír de los retos que trae la vida."
Hay muchísimos puntos a tomar de esta frase. Pero en esa búsqueda imposible, inalcanzable…
Es cuando estamos realmente viviendo.
Y si no estás en movimiento, no generás una estela. Entonces, no hay atracción.
En ese movimiento, ese dinamismo…
Atraemos experiencias, oportunidades, personas…
Cosas materiales, cosas abstractas..
Aprendemos habilidades prácticas, conocimiento útil.
El contenido de cada uno de estos elementos va a estar determinado por la búsqueda que emprendamos.
Pero tenemos que emprenderla.
Una búsqueda profunda o enfocada en algo trascendente va a contribuirte con resultados secundarios, que a la vez van a estar impulsándote a continuar en esa búsqueda.
Y eso es lo que encuentro a diario desde que empecé con este proyecto.
Los productos residuales que me brindó este proyecto
Cómo dije al principio: Sabía que por más que no alcance exactamente lo que había imaginado como éxito…
Igualmente iba a estar ganando.
Ganando habilidades, conocimiento, experiencia.
Si este proyecto no funciona, todo ese ‘interés acumulado‘, va a servir para el próximo. Y si en ese simplemente acumulo más intereses, servirá para el próximo.
Y así hasta que funcione.
Porque sé que la única forma de que funcione es seguir intentando.
Acumulando lo que funciona, corrigiendo lo que no.
Identificá qué es lo que te llama la atención, en qué búsqueda inalcanzable podés volcarte por completo.
Lo más importante es hacer.
No te enfoques en si sale como esperás o no, concentráte en hacer lo mejor posible para llevarte los mejores aprendizajes.
Así la constancia tiene mucho más sentido: amigáte con la idea de que va a pasar mucho tiempo hasta que veas resultados.
Hacé por más de que hayan momentos en que no estés convencido, después ves si vale la pena o no.
Hacelo cansado, hacelo perdido, hacelo confundido, hacelo sin saber hacerlo. Aprendé, capacitáte, tené paciencia, disfrutá.
Divertite, es lo único que te queda. Durante estos cuatro meses…
Aprendí a organizarme para llevar a cabo algo complejo. Aprendí a crear un newsletter. A integrar redes sociales, con páginas web, con la plataforma del newsletter. Aprendí a comunicar con más claridad lo que quiero decir.
Aprendí a editar videos, a grabarlos. Aprendí a hablarle a la cámara. Aprendí a adaptar distintos formatos para publicaciones en redes sociales. Aprendí a diseñar. A establecer un embudo de ventas (precario), pero en principio, prolíjamente estructurado.
Aprendí a organizar mis días para integrar todo el trabajo que esto requiere, con mis responsabilidades y mi rutina. Aprendí sobre psicología, neurociencia, filosofía, diseño, comunicación, marketing, ventas, narración, oratoria, religión, historia, literatura.
Aprendí sobre mí mismo. Aprendí que soy capaz de hacer más de lo que muchas veces pienso posible. Aprendí más sobre lo que pienso sobre mí, sobre la vida, sobre los demás, sobre mi historia.
Aprendí a lidiar con la frustración. Con el estrés, la confusión. Aprendí a manejarme con la incertidumbre. A tener mucho tiempo, a contar con poco.
Aprendí a aprender. Aprendí a enseñar. Aprendí a desaprender. Aprendí que todo se complementa. Aprendí a imaginar, a ver, a crear. Aprendí a hacer.
No me considero experto en ninguno de estos puntos.
Y creo hay mucho que todavía no entendí.
Es evidente que por un tiempo no veré los frutos.
Pero definitivamente, en todo esto, algo significativo aprendí.
Y al final, sin querer, sin saber lo que hacía.
Al parecer, algo también, aprendí sobre poesía.
Todos estos son productos residuales de una búsqueda que no está enfocada únicamente en el resultado, ni en la necesidad constante de certezas.
Seguí tu curiosidad y tu creatividad.
gracias por leer.
buena semana, que te diviertas.
Bautista.