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Cómo Encontrar Las Respuestas Que Estás Buscando
Si estás perdido, con miedos, dudas y no sabés bien qué hacer, esto te puede ayudar:
Este va a ser un newsletter más reflexivo en el que quiero compartir algunas de las cosas que vengo pensando últimamente, que se atan a un gran paso que estoy por dar:
Este lunes 28 (sí, de abril, ya), me voy a vivir a Barcelona. Ya estuve casi 3 meses viviendo ahí el año pasado, y hoy me voy sin fecha de vuelta.
El punto es que es el principio de una nueva etapa.
Si esto fuese una serie de Netflix, sería como empezar una nueva temporada.
Y esta es una decisión que marca un rumbo. Porque sé que aunque vuelva, ya no estaría volviendo a lo mismo.
Es algo que me entusiasma porque:
Voy a ver lugares distintos, reencontrarme con gente que conocí alla, y mi novia me va a acompañar, entonces también tengo un punto de apoyo y es una aventura en conjunto.
Pero dejo la comodidad de mi casa, la familiaridad de mi entorno y la estabilidad de mi rutina.
Entonces, es un momento que me genera miedo, ansiedad, incertidumbre… vértigo.
Pero al ser una decisión de la cuál estoy completamente convencido, puedo decir que es un vértigo bueno.
Por supuesto, no es una decisión fácil. Más teniendo en cuenta el gran presente que estoy viviendo.
Justamente por eso, quiero escribir esto.
Porque sé que hay mucha gente que está en una situación similar y no se anima a seguir lo que realmente quiere porque tiene miedo, dudas, no sabe cómo manejarse, y probablemente, no tiene con quién hablarlo.
Voy a recorrer 4 puntos principales:
¿De dónde viene la suerte?
El miedo de subir el escalón
La incertidumbre de las decisiones largoplacistas
La seguridad y convicción de fallar y equivocarte a tu manera
Pero no voy a ser yo exactamente con quien vayas a hablar, sino que va a ser un diálogo con vos mismo, porque sólo ahí vas a encontrar las respuestas.
Asi que quiero empezar por un pequeño cuento que escribí hace un tiempo.
Conversaciones con uno mismo
Un día, un muchacho se levanta a la mañana y tiene un golpe de claridad. De la nada le surge un interés profundo por emprender.
‘De la nada’ (estuvo viendo reels motivacionales durante 2 horas la noche anterior).
Entonces, escucha una voz que le dice a sí mismo: «Estoy para más. Quiero construir algo trascendente»
Va con el papá y le pregunta: «Quiero construir algo trascendente ¿Qué puedo hacer?»
“Estudiá una carrera, trabajá duro y seguí tus sueños”
Esa respuesta no le aclaró nada. Entonces se metió en youtube y buscó: «Quiero construir algo trascendente. ¿Qué puedo hacer?»
Y le aparecieron cursos de trading, cómo conseguir sus primeros 10 mil dolares viajando, y muchas cosas más de ese estilo.
Tampoco le convenció. Entonces fue con la Chat-GPT: «Quiero construir algo trascendente. ¿Qué puedo hacer?»
“Investiga a tu publico objetivo, ten en cuenta las limitaciones legales, haz una rueda de inversión.”
«¿De qué está hablando?», pensó.
Pasó días buscando en internet, leyendo sobre libros que lo puedan ayudar, pero no encontraba nada que le dé una respuesta satisfactoria.
Frustrado de estar sentado tanto tiempo, empezó a incorporar el hábito de salir a caminar para despejarse. Entonces, un día, cómo cualquier otro, se puso las zapatillas y salió a caminar.
Después de dar vueltas un par de cuadras, llegó a una plaza y se sentó en un banco.
Se quedó un largo rato mirando hacia abajo sosteniendo su cabeza con las manos y los codos sobre sus rodillas, en lo que escucha a alguien que le dice: “Te ves desmotivado ¿qué pasa?”
Sin levantar la cabeza, se toma unos segundos para respirar, y frustrado dice: «Quiero construir algo trascendente. Pero, no sé qué hacer.»
La voz se ríe.
“Es que esa no es la pregunta que tenés que hacerte”, le dice. “La pregunta es ¿Quién puede hacer eso?”
El chico, confundido y completamente alejado del hilo de la conversación, responde: «¿Elon Musk?»
“Alguien que actúa a pesar de la incertidumbre”, le dice la voz, intentando redireccionar el diálogo.
A lo que el muchacho, ahora entendiendo por dónde iba la cosa, pregunta: “¿Quién es alguien que actúa a pesar de la incertidumbre?”
La respuesta vuelve automáticamente:
“Alguien con convicción. Alguien que está dispuesto a equivocarse, que no espera a que le den las respuestas, sino que sale a buscarlas”.
El chico tuvo otro golpe de claridad, ahora sí entendió. Entonces hizo la pregunta que le iba a dar la respuesta definitiva: “¿Cómo me convierto en alguien así?”
La voz se quedó en silencio.
El chico, impaciente, levantó la cabeza, miró a su alrededor, y no vió a nadie.
Lo entendió al instante: no había respuesta. Nadie iba a venir a decirle qué hacer. Se puso de pie y empezó a caminar. Ahora, en la dirección correcta.
¿De dónde viene la suerte?
Creo que la vida tiene un gran componente de suerte. Pero mucha de esa suerte está conformada por miles de pequeñas decisiones. Que tomamos nosotros y la gente que nos rodea.
Por ejemplo, yo puedo ir a vivir a Barcelona sin problema porque tengo la ciudadanía italiana, que me permite entrar en Europa indefinidamente.
Tengo mucha suerte, porque parte de mi familia vino de Italia y hoy tengo esa ventaja.
Pero también tengo esa ventaja porque mi abuela fue a tramitar su ciudadanía. Y así, se pasaba automáticamente a sus hijos y nietos.
A lo que voy es que creo que gran parte de la suerte que tenemos está determinada por muchísimas pequeñas decisiones que hoy vemos como intrascendentes.
Pero esas, son las mismas que pueden cambiar por completo el trayecto de tu vida.
El origen del caos sigue la misma dinámica:
“Pequeñas variaciones en las condiciones iniciales pueden generar cambios significativos en su evolución futura, haciendo que sean impredecibles a largo plazo.”
No digo que la suerte sea algo que controlamos, ni que sea una fuerza que manejamos a voluntad, pero sí creo que tenemos mayor incidencia de la que podemos ver.
Con esto quiero llegar a que las micro-decisiones que tomás en tu día a día (con quién te relacionás, a qué hora te dormís, qué hábitos desarrollás, etc.), van determinando lenta pero poderosamente ciertos desenlaces en tu vida.
Son alteraciones sutiles, que se esconden debajo de lo cotidiano.
El miedo de subir el escalón
Tu suerte determina las puertas que se abren. A mí me gusta verlo como escalones que se presentan delante nuestro.
Que, si observás tu vida detenidamente, te habrás dado cuenta de que miles de veces aparecieron justo en frente tuyo. En algunos habrás dado el paso, en muchos otros, no.
Estos escalones creo que representan nuestro crecimiento como persona. Son oportunidades que van más allá de lo laboral, económico, etc. No son una entrevista, una vacante libre o un precio con descuento.
Son escalones que te impulsan a una transformación interna, te exigen crecimiento. Es como una puerta que te llama a que des el siguiente paso para transformarte en quien podrías ser.
Algo hablé de esto la semana pasada, cuando mencioné el concepto de Self de Carl Jung.
Es eso que te llama a que te conviertas en tu versión más completa. Un camino en el que avanzás hacia el alcance de tu totalidad y que se manifiesta principalmente a partir de tu curiosidad.
Es un espacio que te muestra la oportunidad de dar el paso. Pero está en vos tomar esa decisión, que no muchas veces, es consciente.
Estos escalones de los que hablo no son tangibles, no los podés ver. Pero los podés percibir.
Y justamente la capacidad que tengas para percibirlo va a depender de que tan sofisticada sea tu sensibilidad (que está profundamente atada a la conexión que tengas con tu propia curiosidad).
La señal inconfundible de la presencia de estos escalones son que traen consigo mayor responsabilidad.
(No me quiero desviar tanto en el valor la responsabilidad así que te dejo esta edición para leer sobre eso).
Algo que genera miedo. Porque tomar responsabilidad requiere una participación activa en la realidad. Significa salir de la comodidad, la tranquilidad y la quietud.
Y muy pocos quieren salir de ahí.
Por eso muchas veces, ese escalón aparece, pero lo dejamos ir. Porque marca el fin de una etapa, de la realidad misma como la conocés. Una realidad que no querés abandonar.
Hoy me encuentro con un escalón por delante mío. Y estoy dispuesto a dar el paso.
Pero ¿qué es lo que me da la fuerza para dar ese paso?
La incertidumbre de las decisiones largoplacistas
Principalmente, la creencia de que dar el paso es lo mejor a largo plazo. Hace tiempo que vengo definiendo mis tomas de decisiones guiándome por qué es lo mejor a largo plazo.
Tampoco que eso lo haga mucho más fácil (por lo general es lo contrario a fácil), pero por lo menos, tengo un parámetro.
Si tengo que tomar una decisión, la pregunta que me hago es “¿Qué es lo mejor a largo plazo?”
Me puedo equivocar (que ya lo vamos a ver más abajo), pero tener esa pregunta en mente me ayuda a poner las cosas sobre la balanza y reflexionar con mayor claridad.
El problema con estas decisiones es que, justamente, tardan en darnos un feedback. Por eso, genera gran incertidumbre.
El principio por el que se rigen las decisiones, o mejor dicho, la mentalidad largoplacista es:
No sacrificar la promesa de crecimiento por recompensas inmediatas.
"Si sacrificás el presente en función del futuro, el futuro puede ser mejor de lo que el presente es."
Te lo explico con un ejemplo de mi situación actual:
Hoy en día me encuentro en un momento en el que me está yendo muy bien como modelo. Estoy teniendo muchísimo trabajo, repitiendo clientes, y encontrando cierta estabilidad.
Muchos pensarían que quedarme y mantener esos clientes, sostener esa estabilidad, es la decisión largoplacista.
¿Por qué me iría si estoy trabajando bien, vivo cómodo y tengo libertad para trabajar en mi marca personal? ¿Para qué me voy a “complicar”?
Porque quizás esto sigue por un par de meses más y después dejan de haber tantos trabajos. Quizás me quedo, pasa el tiempo, y en un año, el escenario cambia por completo.
Quizás no. Pero no lo sé.
Y en esa ignorancia, esa falta de conocimiento, prefiero guiarme por la opción que promete crecimiento a largo plazo.
No sólo por irme a vivir afuera, sino también porque sé que en Europa puedo expandir mucho más mi carrera como modelo (y puedo seguir trabajando en mi marca personal).
Entonces, en lugar de guiarme por un presente que se ve muy bien, prefiero sacrificarlo y poner mi fé en que dar el paso hacia el escalón va a traerme el doble.
Pero, ¿qué es lo que me ayuda a dar el paso tan convencido?
La seguridad y convicción de fallar y equivocarte a tu manera
Cuando realmente le dedicás pensamiento a las decisiones que tomás podés darte cuenta de qué tan atadas están a tu propio criterio.
Por eso hablé tantas veces de la importancia de robustecer tu juicio. Porque estoy convencido de que es mejor perder jugando un juego que vos elegís, que ganar en el juego de otro.
(Así que imagináte lo que sería perder en el juego equivocado…)
Cuando tomás una decisión tenés que hacerlo teniendo en cuenta, no sólo lo que podés obtener, sino también qué errores podés llegar a cometer.
Se trata de entender que van a haber errores y que por más de que trates de reducir la incertidumbre al mínimo, puede que no salga como esperás.
Entonces, es tomar la decisión haciéndote cargo de eso. Cuando elegís, no elegís simplemente el destino al que apuntás, elegís también los pozos y obstáculos que trae el camino hacia eso.
Esa ansiedad que genera la espera para corroborar si tu decisión fue la acertada
El miedo que surge de estirarte para dar el paso al siguiente escalón
Y la incertidumbre que cubre todo ese trayecto…
Son más fáciles de confrontar cuando sabés realmente a qué te enfrentás y lo hacés voluntariamente.
“El coraje es su propia recompensa”.
Gracias por leer, buena semana.
Que te diviertas, Bautista.