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Dos Meses Aplicando Estos 4 Hábitos Te Van a Cambiar la Vida

Hay momentos en la vida en que, lo que para otros son cosas cotidianas, para vos son un desafío enorme.

Ves gente que sale a correr todos los días, gente que come sano, gente que estudia, o que encontró algo que le gusta, que se divierte…

Pero te encontrás en una etapa en la que parece que todo eso no es para vos. Que simplemente no le encontrás la vuelta.

Te encantaría poder tener algo que te motive lo suficiente como para arrancar e involucrarte en eso, pero sentís mucha fricción. Que no fluye.

Son esos momentos en los que sentís que nada encaja.

Estás como perdido. Te cuesta avanzar.

Y eso te frustra.

Yo lo llamo: “Período de Alienación“.

Es un momento en la vida en el que te sentís desconectado o ajeno a cosas que deberían ser significativas para vos. Es como si las experiencias cotidianas, tus relaciones o hasta vos mismo te resultaran extraños o lejanos.

Es una desconexión con lo que solía ser propio y familiar, y esa distancia puede hacerte sentir perdido o fuera de lugar.

Es ese lugar en el que te das cuenta de que ya pasaron meses desde que dijiste que arrancabas el gimnasio. Las cosas de las que te tenés que encargar siguen ahí dando vueltas. Y esos planes que tenés ganas de hacer nunca caen bien para este fin de semana…

“Quizás el otro”.

Esta etapa puede durar un mes, dos días, cuatro años.

Y no es algo ‘malo’. Es necesario tener estos momentos de transición o de ajuste. Uno tiene que acomodarse, recalibrar su enfoque.

Pero tienen que ser eso: momentos.

Porque si no, te acostumbrás a vivir ahí.

Por eso, vamos a ver los 4 hábitos que van a evitar que estos momentos se conviertan en tu realidad.

Porque el problema de quedarse ahí..

Es que empezás a construir narrativas distorsionadas.

Entonces, lentamente vas cerrando todos los caminos porque te sentís ajeno a encontrar lo que otros ya tienen. Sentís que la situación de los demás no aplica para la tuya.

Ciertos caminos no tienen la misma proyección para vos que la que tuvo para otros..

Así que, ¿Para qué te vas a gastar en intentarlo?

Te decepcionás porque al final, te convencés de que ningún ‘juego’ es para vos. No jugás, entonces no te recargás, no encontrás entusiasmo, nada de satisface, nada te motiva.

Por momentos te sentís vacío. Y cuando uno está vacío, no tiene nada para dar. Nada para contribuir.

Entonces, cuando veas gente que disfruta de lo que hace y se enfrenta a desafíos que lo motivan, no solo te va a generar cierta envidia, sino que también te vas a mirar hacia adentro con algo de arrepentimiento. Insatisfacción.

Esa sensación de que podrías estar haciendo algo mejor, algo más relevante.

Estos 4 hábitos van a hacer que..

  • Mantengas la constancia y te identifiques como alguien disciplinado (al fin),

  • Empieces a ver más oportunidades en todo lo que se te presenta,

  • Te estreses menos, porque vas a ampliar tu perspectiva e interpretación de todo lo negativo que se te aparezca,

  • Y vas a, tarde o temprano, encontrar algo que te motiva, que te satisface, y hace que esperes con ansias levantarte al próximo día.

Manteniendo estos hábitos constantes, te garantizo que en 2 meses vas a ser otra persona completamente diferente.

Cómo hacer que las tareas difíciles parezcan fáciles.

1) Adoptá una mentalidad positiva

A lo largo de tu camino en esta vida, si hay algo que es seguro es que vas a encontrarte con desafíos y dificultades. Entonces, se vuelve necesario aprender a lidiar con eso.

La disciplina y la constancia, no son cuestión de habilidad o talento, están sostenidas por una mentalidad bien enfocada. Ahí está el secreto.

Todo premio alcanzado por un esfuerzo sostenido, viene de una mente robusta. Una mente que se fortalece de perspectivas que la impulsan a seguir, y a aguantar, cuando sea necesario.

Por eso empiezo en este punto. Ninguna herramienta, ningún talento, ni habilidad, ni truco, puede traer resultados realmente valiosos si no es mantenido en el tiempo.

Y lo que te mantiene es tu mentalidad. Porque es tu capacidad para lidiar con la frustración de que las cosas no te salgan o de que no vayan como vos esperabas.

Es la manera en que aguantás el estrés y el cansancio que te genera esforzarte.

Porque…

Si creés que lo que estás persiguiendo vale la pena, tu tarea—tu obligación es seguir adelante a pesar de las complicaciones.

Y para eso, vas a necesitar saber cómo lidiar con las cosas cuando salgan mal. Porque van a salir mal. Vas a tener que cambiar tu enfoque sobre qué es lo que podés aprender de cualquier situación e intentar ver el lado positivo de las cosas.

Si te convencés de que no podés hacer algo y entrás en ese estado mental, te aseguro que vas a tener absoluta razón. Tomá esos desafíos y transformálos en oportunidades para crecer.

Y acá está uno de los puntos más importantes que quiero que te lleves de leer esto:

Aceptá cada situación y entendé que depende exclusivamente de vos salir de ahí.

Ante cualquier obstáculo o revés, preguntáte:

“¿Cómo puede ser esto lo mejor que me paso?”

También empezá a practicar la gratitud. Sentate y buscá:

  • Algo trivial

  • Algo que pasó de casualidad

  • Algo que vos hiciste que pase.

Y escribí, por cada una:

“Estoy agradecido por [lo que estás agradecido], esto es importante para mí porque [la razón] y me hace sentir [de tal manera].“

2) Planificá y establecé una rutina

Todo te cuesta una enormidad porque no podés ver el resultado de lo que podrías alcanzar. Pero también porque te falta orden y una organización en particular.

Planificar te permite darle un lugar a las cosas que querés hacer, a esos planes que estás dejando de lado porque “no tenés tiempo”.

Tener una rutina te ayuda a automatizar hábitos pequeños que te dan mayor inercia, y además, le ofrece evidencia útil a tu memoria.

¿A qué me refiero con lo de evidencia?

Para decidir salir todos los días a cumplir con lo que te propusiste, necesitás algo que te dé seguridad. Algo que te diga que ese esfuerzo vale la pena.

Pero no sólo eso, necesitás algo que te diga: “Vos podés con esto” y te muestre todas las veces que enfrentaste situaciones similares—o peores.

En parte, para eso sirve la memoria. Por eso tenés que juntar evidencia.

Tener una rutina, en última instancia, es hacerte promesas diarias a vos mismo.

Si no podés cumplir esas pequeñas promesas, ¿Cómo vas a cumplir las más grandes? ¿Cómo pensás alcanzar tus objetivos?

Casi siempre, tus objetivos requieren tiempo. Si no pudiste llevar a cabo lo que dijiste que ibas a hacer hoy…

¿Qué te hace pensar que vas a poder lograr objetivos más ambiciosos?

Reducí tus esfuerzos a acciones diarias. Cerrá el foco, y vas a simplificar mucho más todo lo que tenés que hacer. Planificá y armate una rutina para empezar a cumplir las autopromesas que te proponés cada día.

Vas a acumular evidencia de que podés alcanzar una mejor versión tuya.

Concentrate en simplemente ganar cada día.

Si necesitás ayuda con esto, podés duplicar el planificador que uso yo, completamente gratis.

Una rutina bien definida te ofrece más de lo que pensás:

Estructura y orden - tenés una visión más clara de tu día y reducís el estrés al no tener que estar improvisando.

Disciplina y productividad - te acostumbrás a cumplir con compromisos, y acumulás buenos hábitos y evidencia que aumentan tu productividad y resiliencia.

Concentración y estrés - aligera la carga cognitiva de tener tareas pendientes en la cabeza y te permite concentrarte mucho más en lo que sea que estés haciendo.

Propósito y disfrute - al cumplir con responsabilidades diarias, integrás los objetivos a corto plazo y las metas a largo plazo, que te da algo a lo que apuntar.

3) Autocuidado

El objetivo principal de cuidarte es llenar tu cuerpo, mente y alma con energía positiva y mejorar tu bienestar general.

Cuidarte a vos es cuidar a otros. Si vos podés estar en tu mayor capacidad, entonces podés ayudar de la mejor manera a otros.

Pero supongamos que los demás no te interesan (una estrategia poco inteligente en el largo plazo, porque te va a tocar tratar con personas en algún momento).

En ese caso, ¿actuarías en contra de tu yo de mañana? Porque esa es otra persona.

Al igual que tu yo de la semana que viene, y de dentro de cinco años, y también tu yo de cuando seas viejo.

Cuidarte a vos mismo adecuadamente, es tener en cuenta a todas esas versiones de vos.

Para hacerlo de la manera más efectiva, tenés que cubrir 4 actividades diarias:

  • Algún tipo de ejercicio físico (salir a correr, practicar un deporte, nadar)

  • Una actividad que te desafíe mentalmente (leer, aprender una nueva habilidad, escuchar un podcast)

  • Una actividad que relaje tu mente y te haga reflexionar sobre vos mismo (escritura reflexiva, meditar, salir a caminar)

  • Una dieta y comportamientos saludables (dejar de comer comida procesada, reducir el tiempo de pantalla, dormir 7-9 horas al día)

Creo que estos 4 puntos se explican por sí solos, pero…

Si necesitás alguna ayuda podés leer lo que escribí sobre la escritura reflexiva, sobre la creatividad y la absorción de conocimiento, y sobre cómo mejorar el sueño y reducir el uso de pantallas.

Apuntá a incluir en tu planificación diaria cada una de estas actividades y vas a ver que te sentís con mucha más energía, claridad, y motivación.

Por un lado, por el efecto positivo que te dan, y por el otro, por la acumulación de autopromesas cumplidas en el día.

Porque estás integrando tus actividades diarias en un orden que complementa a lo que sea que querés alcanzar a largo plazo. Lo que hacés hoy tiene sentido, porque también lo hiciste ayer, y lo vas a hacer mañana.

4) Encontrá tu dosis justa de tensión desafiante

Los anteriores hábitos son las bases para implementar este. No por nada lo dejé para lo último.

Estas etapas de alienación están repletas de insatisfacción. Sentimiento que surge de la conciencia de que podrías estar haciendo algo mejor o de que algo no es suficiente.

Ves a personas que tienen contra qué luchar y algo por lo que sacrificarse, y eso te mueve internamente. Porque eso es lo que querés para vos.

Querés ese enfrentamiento que otros tienen.

No querés felicidad absoluta. Ese es un estado de quietud, de pasividad. No hay deseo, no hay búsqueda, determinación.

Ves que ellos se esfuerzan por algo que vale la pena (para ellos), y querés lo mismo.

Lo que estás buscando es un entusiasmo involucrado.

Un lugar en el que tengas capacidad de expresión y desarrollo. Donde haya lugar para la iniciativa. Que tu esfuerzo valga la pena, y que genere un efecto (que puedas ver).

Sin darte cuenta, ese sentimiento que te surge al ver a otra gente haciendo lo que le gusta, o siendo productivo, es un deseo de compartir ese mismo enfrentamiento.

Pensás que lo que querés es felicidad, pero en realidad lo que querés es salir de ese pozo de ansiedad y dolor constante.

Querés evitar el sufrimiento, más de lo que querés ser “feliz”.

El asunto está en que para salir de ese lugar, tenés que enfocarte en algo que te permita volcar todo tu ser.

Necesitás algo contra lo que luchar.

Un tiempo atrás hablé sobre cómo los problemas le dan sentido a la vida.

No podés vivir escapándole a ese enfrentamiento. Si no elegís contra qué pelear, vas a terminar combatiendo contra vos mismo.

Si vivís constantemente con el deseo de evitar todo tipo de dolor y sufrimiento, evadir cualquier cosa que te pueda generar incomodidad, y anhelando la comodidad absoluta..

Lo único que vas a conseguir, es iniciar ese combate interno y dificultar la salida de esta etapa de alienación.

Por eso tenés que encontrar tu dosis justa de tensión desafiante.

  • Las personas a las que escuchás no son las mismas que las que escucha otro.

  • Lo que captás de lo que dice alguien, no es lo mismo que lo que puede captar el resto.

  • El hilo de pensamientos que te surgen desde lo que captás puede ser muy diferente de lo que se le podría ocurrir a otra persona.

En todas estas particularidades está tu autenticidad.

Hay cosas que te molestan.

¿Qué cosas son? ¿Y por qué te molestan a vos particularmente?

Hay algo en eso que te interesa. Hay algo ahí que te está llamando.

Porque vos no elegís qué te interesa y qué no.

(Podés intentar convencerte de que es así, pero en el fondo sabés que no podés.)

¿En qué no parás de pensar todo el día?

¿Qué detalles te llaman la atención?

¿A qué cosas volvés una y otra vez?

Buscá lo que te molesta, lo que te intriga, esas dudas con las que no podés vivir.

Prestále atención a eso que te está llamando.

Ahí hay una búsqueda que vale la pena.

Ahí, la procrastinación no existe, el sufrimiento vale la pena, y el premio es significativo.

Esas son las puertas que abren tu destino (= aventura). No les des la espalda.

Seguí tu curiosidad y creatividad.

Todo lo que percibas del mundo va a manifestarse de acuerdo a tu objetivo, tus creencias, tus pensamientos, o lo que sea que ocupe mayor espacio en tu mente.

Si no sabés por dónde empezar para salir de esta etapa hacé esto:

  1. Reflexioná a diario (escribiendo).

  2. Identificá lo que te molesta o captura tu interés (algún problema)

  3. Resolvélo o capacitáte para resolverlo

(Tenés un espacio para hacer todo esto duplicando gratis el Planificador Integral)

Encontrá esa dosis justa de tensión desafiante y vas a ver que descubrís cierto elemento de juego y aventura que te van a entusiasmar (finalmente).

2 meses de estos 4 hábitos sostenidos, te van a cambiar la vida.

gracias por leer.

buena semana, que te diviertas.

Bautista.